Yann Tiersen – Amélie Poulain

Cuando una película lo reúne todo, unas criticas sinceramente admirativas, una recepción deslumbrante por parte del público, una cantidad escandalosa de premios, y esa resonancia especial en la sociedad, siempre hay algún mamarracho necio –se me ocurría un sinfín de palabrotas más, pero me dicen que tengo que cuidar un poco más los modales aquí- para ponerla a parir. La típica postura para quedar guay en una charla, a ver si la rubia de al lado cae rendida. Puede funcionar, si la rubia es también una mamarracha necia –no, no me harás decir lo que no he dicho-. Ya, lo sé, cada cual puede opinar lo que quiere, pero decir “sensiblería grotesca, realización vergonzosa, compendio de bobadas” como he podido leer, si no es de juzgado, como mínimo se merece un pequeño soplamocos para ayudar a despejar esta mente gruñona. Francamente, para qué ser aguafiestas? Amélie Poulain es una película que te llena la cabeza y el corazón de felicidad, este instante fugaz tan difícil de alcanzar.

Qué más da si la visión que ofrece de la vida y de París sea demasiado perfecta. Como nadie lo es, todos nos reconocemos en Amélie y todos ansiamos ser como ella:  hacer feliz a la gente y castigar a los sin corazón. Acaso hay algo más noble? Vale que es simplista, pero hacer feliz hace feliz. Así que Amélie Poulain consigue su propósito, sus simpáticas travesuras nos convierten en justiciero de un día, sus delicadas jugadas nos dibujan una sonrisa de oreja a oreja y más de una vez hemos querido que se deje de tonterías y le de un beso de película –ya puestos- al reparador de fotomatón. Y todo acompañado por una música deliciosa, hermosa, emocionante, alegre, delicada, ligera, mágica, ays….

Amélie Poulain

Yann Tiersen es bretón, nacido en 1970 en Rennes. No es un mindundi venido a la música sólo por pasión. Todo lo contrario, su padre, melómano, le metió desde muy joven a estudiar el violín, el piano y posteriormente la dirección de orquesta. Pero como resulta que esta ciudad fue una de las capitales del rock francés durante los 80’s, su cultura musical se enriquece de sonidos más eléctricos. Iggy Pop & The Stooges, Joy Division, cuantas influencias de las buenas, a que sí. Empieza a componer muy joven, piezas raras para acompañar cortos u obras de teatro. En 1995 publica un primer álbum con sus mejores trabajos, en el ya que se vislumbra cierta sensibilidad con las melodías, aunque no encuentra su público. El año siguiente saca un nuevo álbum, Rue des Cascades, con el que se gana la simpatía del público con su actuación en el festival local, las Transmusicales, uno de los más prestigiosos del país vecino. Dos años después le toca el turno a Le Phare -la Bretaña es como Galicia, costa con faros atormentados por la furia de los elementos-, con colaboraciones con el cantante Dominique A, un disco que traspasa lo meramente regional para “subir hasta la capital” –como dicen los franchutes-. Sus temas son utilizados en el cine -André Téchiné en Alice y Martin de 1998 y Erick Zonca en La Vida Soñada de Los Ángeles, César a la mejor película-. En 1999, participa en un álbum Live, Black Sessions, grabado durante un mini festival con Bertrand Cantat, del grupo Noir Désir, Neil Hannon de Divine Comedy, Françoiz Breut y muchos más. Y en 2001, simultáneamente a su cuarto disco de estudio, L’Absente, sale la BSO de la película, Le Fabuleux Destin de Amélie Poulain.

La película atrajo a más de diez millones de espectadores en Francia, cerca de treinta en el mundo. Es la segunda película francesa más taquillera fuera de sus fronteras, después de Los Intocables. La revista Empire la clasificó #196 de las 500 mejores pelis de todos los tiempos, y Audrey Tautou la #45 de las cien mejores actrices. La BSO vendió más de 600.000 discos sólo en Francia, haciendo de Yann Tiersen uno de los músicos galos más respetados y respetables. Claro que siempre habrá mamarrachos/as para parecer ofendidos. Me compadezco de ellos.

 

 

7 comentarios en “Yann Tiersen – Amélie Poulain

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