¡Confieso!
Pegadme si queréis! Crucificadme si osáis! Llamadme banquero si os atrevéis! Lo confieso, poco, por no decir nada, conozco de Johnny Cash. LA figura country de los Estados Unidos. Ya! Yaaaaaaa! ¿¡y a mi qué?! Qué culpa tengo yo si la Country, al igual que la folk music, no me pone, no me excita, me aburre, ¡no lo puedo remediar!
Sí, sé lo importante que es Johnny Cash en la cultura norteamericana del siglo XX. Algo así –con perdón- como el Miguel Ríos de aquí. O el Johnny Hallyday de Francia. O el Adriano Celentano de los tramposos Italianos. Un pilar. Una leyenda. Un faro en la oscuridad; de estos que apuntan a la bodega, en busca de alguna botella buena para celebrar que el mundo se va a la mierda. Artistas ilustres, detrás de los que andan cientos de periodistas para mantener la necrología al milímetro –y millones de bloggeros con el copiar/pegar al acecho-.
Yo no le conozco. Puedo repetir lo que dice la Wiki de él. Y lo más probable es que lo haría con el máximo respeto, quitándome el sombrero y la cabeza agachada ante el talento. Sé quién es por lo que supone en la historia reciente yanqui. Sé quien es por esa maravillosa película sobre su vida, En La Cuerda Floja, con Joaquín Phoenix en el papel de su vida. Sé quien es por los cerca de cien millones de discos vendidos sólo en los EEUU. Sé quien es por los relatos de sus innumerables excesos cometidos a lo largo de sus cincuenta años de escenario. Sé quien es porque sí, en el fondo, me avergüenzo de no saber apenas nada de él.
Y sí, es fácil hacer un post sobre Johnny Cash, disculparse ante el personal por no contar nada, y dejarle con su canción Hurt.
¿Hurt? Esta canción de la banda rock industrial Nine Inch Nail, que poco antes de fallecer versioneó Johnny Cash, plasmando su letra en un vídeo en el que se mezclan imágenes de su vejez con momentos felices/amargos de su vida adulta. Si no la he escuchado mil veces, visto mil veces, sentido mil veces… Y siempre se repite la magia, piel de gallina y emoción, mucha emoción. No lo puedo remediar. Escúchala. Ve el vídeo. Quita el sonido del futbol, de la política y de la calle. Manda callar a los niños. A tu pareja. A tu jefe. Ciérrate, y dedícate cuatro minutos y tres segundos. Porque no olvides, algún día te tocará también decir: And you could have it all / My empire of dirt / I will let you down / I will make you hurt.
Escucha Hurt, de Johnny Cash
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