Y la gran farsa sigue. Me acabo de enterar, mejor dicho, el mundo entero se acaba de enterar de que el guión original de Pretty Woman tenía una realidad muy distinta a la que pintaron en pantalla. La estrella de la sonrisa milagrosa acaba de revelar que inicialmente, su personaje, Vivian, era una “puta drogadicta, malhablada, inculta y malhumorada”. Y que él de J.F. Lawton Edward –el guapísimo Richard Gere- era él de «un hombre de negocios horrible, maleducado y malhumorado también«. Y claro, en estas condiciones, no había sitio para un final feliz, las perdices las aplastaba con su limusina el business man después de dejar tirada en la acera a su acompañante, después de un «romance» bronco de una semana.
Es que no se salva nada en este mundo, ¿ni esta película? A mi me gustó, no tengo problema en reconocerlo. Y qué más da que nadie se creyera la historia, lo importante eran las risas tiernas que ella nos arrancó con su torpeza encantadora. Todos queríamos estar en el lugar de Richard Gere. Y supongo que vice-versa. Quiero decir, supongo que todas querían estar en el lugar de Julia Roberts, no que Richard Gere quería estar en el nuestro. Fiouck estás fatal. Total, como la productora, Touchstone, pertenecía a Disney, pidieron al guionista que cambiara el decoro, pero ante su negativa, el guión pasó por las manos de otros tres o cuatro profesionales más dóciles –o más hambrientos, suele pasar en el gremio-, hasta conseguir la versión que conocemos.
Ahora no sé lo que va a pasar con esta canción tan asociada a la película. Antes, sólo con las primeras notas, te invadía la inmensa sonrisa de la actriz y ya estabas de buen humor para el resto del día. Ahora, habrá que quitarle uno de cada dos dientes, ponerle un moratón en la mejilla y una pipa de crack en la boca. Deprimente, porca miseria.
Aunque eso sí, para final infeliz, ahí tenemos a Roy Orbison. Esta leyenda del rock’n’roll concentra él sólo la mitad de las desgracias de las estrellas de la música popular. ¿Tienes kleenex? Ahí va.
Después de apuntar alto altísimo desde el principio en los años 50, por unas razones desconocidas se quedó descolgado del tren de los Elvis, Jerry Lee Lewis o Johnny Cash. A principio de la década siguiente, se dio un respiro con una serie de hits –Only the Lonely, #1 en 1960, Blue Angel, Running Scared, etc- y en 1963, durante una gira por Inglaterra, tuvo de teloneros a los que se iban a convertir en los cuatro sosos de Liverpool, que encima eran fan total. El año siguiente compuso Oh Pretty Woman, con la que estuvo 3 semanas seguidas en el #1 de las listas US. Y ahí se acabó la fiesta.
En 1966, falleció su mujer, Claudette, en un accidente de moto. Dos años más tarde, dos de sus tres hijos murieron en el incendio de su casa de Tennessee. Y a partir de 1970 sufrió graves paros cardiacos que culminaron en 1978 con un triple by-pass.
Su carrera, con tantas desgracias, estuvo en entredicho durante cerca de quince años. Con los años 80 recuperó cierta fama. De él, Dios Elvis había llegado a decir que era el mejor cantante de todos los tiempos y los Beatles que era como uno más de la banda. Muchos artistas empezaron a versionar viejos hits –Van Halen recuperó Pretty Woman en 1982-, él empezó con dúos –obtuvo un grammy por la canción That Loving You Feeling Again con Emmylou Harris-, entró en el Rock and Roll Hall of Fame en 1987, se incorporó el año siguiente a The Travelling Wilburys, con Dylan, George Harrison, Tom Petty y Jeff Lynne, y en noviembre de 1988 sacó lo que sería su último éxito, You Got It. Pero a finales de aquel año, mientras estaba en casa de su madre para descansar, sufrió un ataque al corazón y ahí falleció, con tan sólo 52 años.
A Roy Orbison pasó a la posteridad por estas gafas negras que siempre, siempre, llevaba puestas, y por esta canción de leyenda, Oh Pretty Woman -50 años en agosto pasado-, de la que vendió siete millones de ejemplares durante su carrera. Figura en el Grammy Hall of Fame y en el #222 de la lista Rolling Stones de las 500 mejores canciones de todos los tiempos. Es algo más que un clásico, es un pedazo de la historia de la música. Ays Julia, ponte dientes postizos y sonríe, como en los buenos viejos tiempos.
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