Buddy Holly, el nerd antes de tiempo. Con sus gafapasta festivalindiescas y sus trajes apretados, encarnó a la perfección los aires frescos que irrumpieron en la cultura americana a mediados de los 50’s. Hoy sería un geek pesado con toda la panoplia de los productos Apple, pero la mala suerte no le dejó tiempo: Buddy Holly simboliza una tercera parte -ocho horas- de The Day The Music Died, con sus comparsas de infortunio Richie Valens y The Big Bopper.
Eran otros tiempos –ay Fiouckiño, una gran frase para la posteridad-, en los que todo parecía sencillo. ¿Había una tormenta de nieve y no se veía un pepino? Pues los aviones se caían, estén o no repletos de futuras estrellas de un rock’n’roll naciente. ¿Olía a amores primaverales? Pues se sacaba una balada romanticona de la mochila y a triunfar. ¿Los tiempos oscurecían? Pues a darle a la Fender y a carraspear.
No sé si Buddy Holly tenía tanta fibra rock’n’roll como Chuck Berry, Eddie Cochran o Elvis. Sus canciones eran de una sencillez pasmosa y no se le apreciaba manchas de sudor en las axilas. Pero su sonrisa y sus eternas gafas de estudiante empollón –en las pocas fotos donde sale sin, parece que va en bolas- le permitieron ganarse el corazón de las mummies wasp y pudibondas, donde otros fracasaron, negros esencialmente.
Sólo vivió veintitrés años, de 36 a 59. Ni pintando el dni podía haber entrado en el Club selecto de los 27, por su cara de niño risueño. Charles Hardin Holley, natural de Lubbock, Tejas, no tenía especialmente prisas –nadie se imagina falleciendo a tan corta edad-, cosa que no le impidió dejarnos algunas grandes canciones que han pasado a la historia, como That’ll be the day y sobre todo Peggy Sue.
Lo que sí sentía, era una admiración sin límite por Elvis. Intentaba seguirle el paso, eliminando al batería de su banda The Crickets cuando el King prescindía del suyo, volviendo a incorporar a uno cuando el amo de los Cheese Burger lo volvía a integrar. ¿En qué se hubiera convertido Buddy Holly de seguir con el autobús de la gira en lugar de subirse a un avión? Hoy estaría a punto de cumplir ochenta años, sería una leyenda absoluta, y la lista de músicos que le deben mucho o todo sería infinita.
Porque son muchos los que admitieron haberse inspirado en él, empezando por los cuatro sosos, los Rolling Stones, Ray Davies, Roy Orbison, Springsteen o Costello. No está mal para un músico cuya carrera realmente duró año y medio, el tiempo transcurrido entre la publicación de That’ll be the day y el fatídico viaje en avión. Dieciocho meses, un viaje relámpago por la gloria del rock’n’roll. En el fondo es triste, todo este talento truncado por el azar. Como decía Arundhati Roy: El Dios de las Pequeñas Cosas.