Beach House – Depression Cherry

Mis abluciones matinales me dan para escuchar un máximo de seis canciones, según la duración que tienen y las ganas que tengo de ponerme a currar. Me las sirve aleatoriamente mi Nexus 5, vía un pequeño bafle bluetooth –Bose, genial-. Todas vienen del blog, aún así no te creas que cada día me arrodillo ante mi legendario buen gusto musical. Pero esta mañana se lució especialmente Android, no le di un beso porque estaba demasiado ocupado haciendo de batería en bolas delante del espejo. Ya, uno pierde el tiempo como puede.

En este orden: Madman, de Sean Rowe. Naturträne, de Nina Hagen. The Riverbed, de Owen Pallet. Soul Mining, de The The. Feel It, de Archive. Y Norway, de Beach House. ¿No es esto un milagro? Cuando salí del cuarto de baño peripuesto cual niño el día de su primera comunión y dispuesto a llamar al Vaticano para que así lo certifiquen, me metí en el blog para saber qué tonterías había podido escribir sobre Beach House, no recordaba nada. ¡Y tanto, si no están! ¿Qué haría esta canción en mi móvil? Un misterio.

Norway figura en el tercer disco de este dúo de Baltimore, Teen Dream, sacado en 2010. Un álbum que les terminó de consagrar como los estandartes de esta música pop ligera, casi etérea, indie a más no poder, bien hay que decirlo. Considerado como uno de los mejores discos de aquel año, según la wiki figura en el libro “1.001 Discos que hay que escuchar antes de morir”. Lo acabo de comprobar, tampoco está. La edición que tengo acaba en 2.005. Primero se cuelan en mi teléfono y luego desaparecen del libro.

Beach House - Depression Cherry

Como no hay mal que por bien no venga –toma nota del sutil manejo del idioma español, me ha costado un riñón hacerme con esta expresión-, me acabo de dar cuenta de que acaban de publicar su quinto álbum, hace cinco días. Depression Cherry, con una portada monocroma fiel reflejo de lo que hay dentro.

Desde 2004, año en que se conocieran, Alex Scally, el chico, y Victoria Legrand, la chica, nieta del compositor de BSO francés Michel Legrand –el de Summer of 42, grande-, no han cambiado un ápice en su música, dignos herederos de Cocteau Twins y bandas similares de los ochenta, cuando estaba todo por hacer. Algo conceptual e intelectual, muy indie mirándose para dentro. Pasaron mucho tiempo buscándose un nombre antes de llegar in extremis a la conclusión de que todas sus propuestas eran estúpidas, de ahí lo primero que se les ocurrió.

Arrancaron fuerte con su primer álbum, homónimo, que Pitchfork situó en el #16 de su lista de los mejores discos 2006. Algo idéntico les pasó con el segundo, Devotion. El tercero subió más aún y el proceso culminó en 2012, con Bloom, hasta la fecha su mejor disco, que hasta tuvo ventas significativas –en el mundo indie la unidad de medida es distinta, cada uno la fija a su gusto-: más de 40.000 ejemplares en los US la primera semana.

Una vez finalizada la gira mundial que siguió Bloom, se tomaron un descanso de seis meses, por “falta de sentido creativo”, según relató la cantante. Añadió que “tal vez nunca más se me vuelva a ocurrir una idea para componer”. Mff, no le falta razón, por mi que se podían haber parado un año entero, o dos. Porque Depression Cherry no es precisamente su mejor trabajo. Otra cosa es que el álbum sea tan bueno que haya que escucharlo bastantes veces –señal de los grandes-, pero después de una vuelta entera por sus nueve canciones, todo parece sonar un poco idéntico, etéreo, sin la chispa de sus anteriores discos. Lo volveré a poner a lo largo del día, no me rindo.

 

 

 

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