Tendré la única cuenta Facebook donde los vídeos de gatitos y cachorros no son mayoría. En su lugar, un batiburrillo de anuncios de conciertos publicados por gente que no he visto en mi vida. Supongo que habrán llegado por el blog, en todo caso me deprimen porque tampoco conozco al 95% de los grupos que anuncian a bomba y platillo como si fueran los mismos Rolling Stones. ¡Como para ir a sus conciertos!
El otro día uno de estos “amigos” me mandó un mensaje privado para invitarme a la actuación de Magic Castles, que dará esta noche en la sala Boite de Madrid su única actuación en tierras españolas. Yo ya me veía subiéndome a una limusina con chofer, champagne y rubias tetonas para pasar el rato hasta la sala, visita backstage para que los músicos pudieran conocer en persona al mismísimo Tomate cretino, zona VIP, y last but not least, subida al escenario para sustituir al guitarrista en un final apoteósico –fíjate si está bien organizada la cosa, que no sé tocar-.
Pero va a ser que no, es el primer concierto que organiza la promotora de este señor, Octopussies, y la cosa no da ni para una Buckler sin. Porca miseria. Además no puedo ir, así que asunto arreglado. Pero yo soy un romántico, y siempre me he quitado el sombrero ante estos apasionados que arriesgan su dinero e invierten todo su tiempo y energía en montar conciertos de grupos desconocidos –cuando digo desconocido hablo por mi, que tampoco soy ninguna referencia-.
Magic Castles son de Minneapolis, pero a diferencia del otro enano púrpura, su pelo no huele a pies. Esta es mala Fiouck, no te digo bravo. Llevan diez años y dos álbumes resucitando viejas sonoridades psicodélicas celestes. Es música para viajar –incluso con Buckler sin-, huele a primavera esperanzadora, es armoniosa y hasta cierto punto fascinante. Escucha White Stone, verás a qué me refiero. Las guitarras me recuerdan a Toy, en menos «actual», y la atmósfera evoca a veces a Cocteau Twins.
Está claro que no me lo esperaba, Sky Sounds es simplemente un gran disco. Una pena que no pueda ir, hubiera rescatado mis viejos pantalones de pierna ancha, mi camisa de flores con cuello ala delta, mis sandalias de cuero machacado. Hubiera preguntado en voz alta “¿alguien sabe quién es François Solanet?” –el de Octopussies, un poco de promoción personal no le hará daño-, me hubieran contestado: “mírale ahí, delante del escenario, pero déjale en paz, que está viajando”. A mi no me engañan, seguro que estaría en la limusina, con MI champagne.
[Aquí tienes toda la info para el concierto]