1988, Richard Walker llega a Paris desde EEUU con su mujer. El es médico, cardiólogo más exactamente. Viene a asistir, como ponente, a un congreso de colegas del gremio. Un taxi les lleva a su hotel, por cierto nada del otro mundo, por ser un eminente especialista en dar masajes cardiacos a pechugonas indispuestas. Se da una ducha –o ella no me acuerdo y él tiene que bajar a recepción o yo qué sé-, total, cuando sale, o vuelve, ella ha desaparecido. Al principio no le ayuda nadie, ni la dirección del hotel –un par de soplamocos no les vendría mal- ni la policía local –un buen patadón en la rodilla seguido de un bofetón en la nariz-, con lo cual se tiene que poner en marcha para intentar localizarla. Sin hablar una pizca de francés –hay que ver lo poco preparado que son los médicos US hoy en día-. Es cuando da con Michelle, una parisina metida en la historia muy a pesar suya. La historia es la de Frantic, Frenético en español, de Román Polanski. Richard Walker es Harrison Ford, Michelle es Emmanuelle Seigner.
Este es el primer y único recuerdo que tengo de esta mujer, como actriz. No deslumbró la verdad, ni con su físico ni con su juego de actriz –las piernas sí, acuérdate de esta escena en los tejados de su estudio, con esta faldita de cuero, buf-, se ve que es la mujer del jefe, el Polanski. Pero la peli estuvo bien, termina mal para ella eso sí, recibe un par de balazos en el cuerpo, bueno, cosas que pasan. A mi no, me muevo súper rápido. Donde sí marca su territorio la Seigner, es como cantante. Cantante rock por favor. La Chryssie Hynde gabacha, indudablemente, con alta carga erótica. Pagaría caro para verla en concierto –bueno caro, entendámonos-, porque tiene un sex appeal rock’n’roll que me gusta. Su voz me chifla, mitad lánguida mitad furiosa. Con sus dentro de poco cincuenta años, ha tenido tiempo de sobra para ser influenciada por la música punk. Claro que los amantes de la música de estos años representa la mejor añada.
Algo de Nico tiene también. Hace quince días se acaba de publicar su tercer disco, Distant Lover. La verdad es que se lo toma todo con calma, claro, como también hace de actriz y de modelo, todo tarda más. El primero fue en 2007, Ultra Orange & Emmanuelle, que salió por detrás, obviando los focos y las pasarelas de famosas, sonido rock del bueno. Luego se pasó al francés en 2010, para Dingue –tontorroa en español-. Iba a salir inicialmente en noviembre 2009, pero por los problemas, digamos que judiciales de su marido, se pospuso a febrero de 2010. Emmanuelle Seigner no es una muñeca, como muchas cantantes francesas. Le gusta el rock y al rock le gusta su rabia contenida, elegante y nerviosa a la vez. Compuesto por Keren Ann, una de las artistas mejor valorada del panorama musical francés, Distant Lover ofrece once canciones rock sin complacencia, auténticas, sin fanfarronería. Rock básico, guitarras y voz ronca, como tiene que ser. I love it.
¿En Francia para ser actriz tienes que saber cantar?¿o para cantar tienes que ser actriz? 🙂
Por cierto ¿qué tal versionea el Venus in Furs?
No lo sé, pero es cierto que hay muchas que cumulan ambas facetas, será que París es muy caro…
Pingback: Post número 500 – Falta Poco | Un día, un disco.
Pingback: Fuck 2014 – Bring 2015 | Un día, un disco.