Rave. Término acunado en el UK en los años 60 por los inmigrantes del Caribe, utilizado al principio para referirse a las free parties que organizaban, en las que se tocaba música y consumía drogas en una comunión desinteresada. Luego en los 80, se volvió a poner de moda con la emergencia de la acid-house en Chicago, donde se montaban free parties en las que se tocaba música y consumía drogas en una comunión desinteresada. Luego volvió a Inglaterra, con la llegada del big beat, música electro con sonidos exagerados, que se escuchaba en free parties donde se tocaba música y consumía drogas en una comunión desinteresada. Me parto.
Oye, cada cual se coloca y escucha música como le da la gana, pero he llegado a leer esta forma de explicar las raves. “Las bases ideológicas de estas concentraciones son el rechazo de los valores mercantiles del sistema y la búsqueda de la trascendencia a través de la música”. Ya, claro, las pastillas de éxtasis los camellos las regalan, no vaya a ser que la definición se caiga por su propio peso. Total, a lo que iba, en los noventa, en las rave inglesas, reinan dos formaciones, The Chemical Brothers y The Prodigy.
Hoy nos ocupamos de los segundos, porque son los autores de algunas de las canciones más emblemáticas no sólo del big beat, sino de toda la música de los noventa, y como hoy es domingo, tengo que despejar esta mente –hablo de la tuya- con algo contundente.
The Prodigy se formó en 1990, de la mano de Liam Howlett, inglés radicado en Braintree, condado de Essex. Un día se presentó en las oficinas del sello XL Recordings, con una demo de diez temas malamente grabados en un cassette audio –explicar a mis lectores más jóvenes what the fuck es un cassette es como explicarles lo que es un carrete de fotos, que pa’qué-. La música que proponían era bastante innovadora, bruta, azotadora, se inspiraba en lo que se escuchaba en las raves más underground del reino de la momia.
Firmaron un acuerdo con el sello que publicó el año siguiente un primer EP con cuatro de los diez temas, aunque hubo que esperar al single Charly para que la banda se diera a conocer. Charly fue el primer hit, euforizante y energizante –incluso sin pastillas-, no sólo de The Prodigy pero de un estilo musical que se empezaba a llamar Big Beat, el de las raves en las naves abandonadas de los suburbios deprimidos de Londres y Manchester.
Siguió un primer álbum, Experience, que subió hasta el #12 en las listas de venta inglesas, aunque apenas salió de sus fronteras –en la era pre internet, a veces podía pasar cosas tan extravagantes como que un nuevo fenómeno musical inglés no inundara el planeta entero-. En 1994, se publicó el segundo disco, Music for the jilted generation –Música para la generación rechazada-, que entró directamente en el #1 de los charts ingleses. Disco de oro a la semana de estrenarse. Y esta vez se repitió el fenómeno en muchos más mercados. Como anécdota, años más tarde el disco se incluyó en el famoso libro 1.001 Discos que deberías escuchar antes de morir.
Pero el terremoto planetario llegaría con el tercer opus de The Prodigy, The Fat of The Land. Un disco que no paró de generar controversia y polémicas. Primero el nombre, sacado de un discurso del dirigente nazi Herman Goering. Luego por dos de los vídeos que acompañan a los tres singles que marcaron época. Un año antes de la publicación del álbum, la discográfica preparó el terreno con el single Firestarter. Cumbre del electro hardcore big breakbeat –¿a que me ha quedado muy bien el genero verdad?-, la canción se vio envuelta en una polémica por la letra violenta y el vídeo que daba miedo a los niños –las teles lo tuvieron que desprogramar de los horarios más normales-, pero esto no le impidió subir hasta el #1 de los charts ingleses.
Pocos meses después, el sello sacó el segundo single, Breathe, que se instaló también en lo más alto de las listas. Esta vez nada de polémica, pero nuevamente un vídeo censurado en horarios infantiles –no está claro que a Alien le gustaría acercarse al cantante Keith Flint-. Breathe es un monumento de esta electro alternativa más punk que dance. Jugada maestra del grupo y de la discográfica, que ya tenía dos #1 antes de sacar el álbum. Este se publicó con el tercer single, Smack My Bitch Up, tema sólo musical, acompañado por un vídeo que será denunciado hasta por asociaciones de defensa de los derechos de la mujer. MTV lo eligió como el vídeo más polémico de toda la historia de la cadena musical, y por no censurarlo recibió un gran número de denuncias. El disco vendió más de diez millones de copias en todo el mundo, es un icono absoluto de los noventa. En mi top 10.
Hala, sube el volumen, escucha las tres canciones mencionadas, luego zumito y a misa.
Escucha las tres mejores canciones del álbum The Fat Of The Land, de The Prodigy
No sé si voy a ir a misa pero me has dado una idea. Ahora mismo saco el cedé de la estantería y lo meto en el coche. Semana de revival prodigy. Yupi.
Ahí te veo, bien bien! De estos discos que es vital escuchar de vez en cuando…
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con estos chavales especé mi colección de música hace años….sigo teniendo enmarcados en casa sus maxi-singles como si fuesen trofeos.
charli,wind it up y todo lo demás…sigo pensando que pese a dos o tres errores…son la puta polla…os recomiendo que «busqueis» rarities no editados como WE EAT RHYTHM o NOW HEAR DIS ….GRACIAS !!!
Me alegro ver que te ha encantado mi post…
¿Qué? ¿No es lo que has dicho? Ah bueno, no pasa nada, necesitaba subirme la autoestima.
Luego escucharé los temas que recomiendas