Me acabo de enterar –yaaa, calla, es que no puedo estar en todo-, el mes pasado John Carpenter publicó el primer disco, en su larga trayectoria, que no sirva de BSO de una de sus películas. Les recuerdo a los pececitos –aquellos que hubieran leído la entrada que le dedicaba en diciembre de 2013 pero que no se acordaban- que John Carpenter es cineasta, con una particularidad: compone él mismos las músicas de sus largo metrajes, siendo la más conocida de ellas la de Rescate en Nueva York. Con el héroe urbano del futuro Snake Plissken, alias Kurt Russell.
Este señor ya sólo es una caricatura de si mismo. Sólo tiene 68 años pero aparenta ochenta y tantos –mil-, como si le hubieran maquillado para una película de terror de serie B. Y la música que hace es una mala copia de la que producen algunos jóvenes músicos de hoy, cuyos héroes y fuentes de inspiración son… el propio John Carpenter y Giorgio Moroder.
Ese mundillo de la musiquilla electroniquilla para peliculillas de terrorcillo es un poquillo especialillo: cuecen todos la misma salsa. O salsilla. Pero no te creas que es un genero en desuso, todo lo contrario, tiene cada vez más adeptos. Además lo bueno del oficio es que si no logran colarla en alguna película de estas que se pueden ver en el festival de Sitges pero en ningún otro lugar del planeta, pues llaman a la puerta de los Otis, Schindler o Thyssen de turno y… bingo, los fabricantes de ascensores son grandes consumidores de música de ambiente plomizo y sin alma.
Carpenter Brut es uno de estos artistas que le da sin tapujos a la electro de los 70/80. Hasta le ha robado el apellido a su ídolo. Es francés –juro que no lo he hecho a propósito- y contra todo pronóstico es un tipo simpático, coherente, al que le da exactamente igual lo que puedan opinar de él. No se sabe la edad que tiene, pero visto sus influencias, será de mi quinta. Le mola el cine de Carpenter, Dante, Viernes 13 y Freddy Kruger; el heavy metal, el big beat de Prodigy y Chemical Brothers.
Reconoce que no tenía ni idea de tocar ni componer y que se lanzó a la aventura como quien decide hacer un mousse de chocolate media hora antes de que lleguen los suegros –la mierda del mousse, últimamente no me sale, ni con la Thermomix-. Aprendió viendo tutoriales en youtube, para que veas. Cuando le preguntan por qué hace un pundonor en precisar que no es parisino, simplemente contesta que para compensar las declaraciones de aquellos que hacen un pundonor en decir que lo son, “que pa’qué”, añade.
Dice que le gusta Justice, pero que a Kavinsky no le ha escuchado nunca. El se siente post hippie y pre sida, le gusta la ropa fea y detesta la moda. Coherente el amigo Brut. Su música no es muy allá que digamos. Quiero decir, el disco que acaba de sacar es el tercero de una trilogía –por tanto el último, bien ahí Fiouck, ahí te veo- en la que para diferenciar uno de otro, hay que ser el mismo Carpenter Brut. Yo no lo logro.
Te dejo con cinco temas de EP III. Ah, y no es de mi quinta, acabo de comprobar que no llega ni a cuarenta, un yogurín vamos.