Desde hace poquito, hay una gatita residiendo en mi casa. Tiene una carita súper mona y el pelo suave como la seda –lo sé porque me ha dejado acariciarlo un par de veces, por sorpresa de ambos-. Yo le daba mil mimos, peo ella no me quiere mucho, me mira continuamente como a un extraño –hay que j…se, ¡si esta es mi casa! Pero no desespero, he iniciado un lento proceso de amansamiento, ya verás como termina rendida a mi bonito color verde y sabor a Raf. Todo pasa por ponerle la mejor música, como Cubist Blues.
Bueno se ve que todavía no comparte mis gustos, se ha alejado con una mirada atónita de “¡y este me quería coger en brazos!”. Vale que hablamos de Alan Vega, el tarado genial de Suicide en su época más creativa con su comparsa Martin Rev. Pero en Cubist Blues, se ha pasado al blues, como su nombre indica. Eso sí, a su manera.
Alan Vega nunca hace cosas normales. Si dice blues, no pienses demasiado en Robert Johnson o BB King. Sobre todo teniendo en cuenta que en esta aventura Mississippi Yelling, se ha unido a otros dos músicos fuera del circuito tradicional, Ben Vaughn y Alex Chilton.
A este último no se le conoce sobre todo por haber sido productor de buena parte de los discos de The Cramps. Para que veas que la cosa no pinta tranquila. Sin embargo antes de darle de comer a Poison Ivy y Lux Interior, Alex Chilton tuvo un periodo más “comercial”. En 1967 incluso llegó a colocar una canción en el #1 de las listas en los US, concretamente The Letter, que interpretaba con su banda The Box Tops. Escúchala, la conoces de sobra. A principios de los 70’s montó otro grupo, Big Star. Publicaron entre otros el disco #1 Record, que figura en el #438 de las lista de los 500 álbumes más grandes de la historia de Rolling Stones, y el tema Thirteen aparece por su parte en el #396 en la misma lista para canciones. Escúchala, no la conoces.
Por su parte Ben Vaughn no tiene tanto pedigrí. Este músico apenas tiene discografía propia, hace tiempo que trabaja para la industria del cine y de la tele. Sin embargo en 1994 compuso un álbum por cuenta de Kim Fowley –de esta vieja gloria rock ajada recién fallecida hablaba en la entrada sobre Joan Jett & The Blackhearts-, sabia decisión que le propulsó de repente en todas las quinielas, convirtiéndole en el músico productor del momento –hablo de 1994, por eso no te suena nada-.
En 1996 estas tres almas malditas del rock decidieron unir sus respectivos talentos para sacar un disco de blues. A su manera. Desestructurado, disecado en mil pedazos, luego re-estructurado. Blues desnudo y esencial, en el que los alaridos y aullidos de Alan Vega pegan de maravilla, relegando a Screamin’ Jay Hawkins a un papel de monje de Silos. Es un disco enorme, como todo lo que hace Vega. No te dejes engañar por la primera, Fat City, tal vez la menos “blues” del disco. Date el gusto y escúchalas todas.