Recuerdo que cuando se puso caliente el tema de las descargas de mp3, con la Ministra Sinde como blanco preferido de cutres blogueros con afán de protagonismo, uno de los argumentos de los defensores de la música gratis era: “los músicos ganan demasiado”.
Obviamente habría mucho que decir pero ya me da igual, el debate es estéril. Supongo que cada vez que avances tecnológicos permitirán hacerse gratis con un bien tradicionalmente de pago sin el permiso de nadie, se trasladarán las mismas justificaciones idiotas o se inventarán nuevas. ¿Que a dónde voy? Yo qué sé. Ah sí, me acuerdo: a mi no me parece mal que un músico gane millones, haga la música que haga. Lo que no me parece de recibo es la codicia de algunos.
Cuando Arrested Development sacó el tema Tennessee en 1992, nada dejaba presagiar que fuera a ser un exitazo. Inicialmente casi nadie se percató que utilizaba un sample de Alphabet Street, la segunda canción del álbum Lovesexy, de Prince, publicado cuatro años antes. ¿Nadie? Lógicamente al enano púrpura con ego hipertrofiado no se le escapó. Pero se quedó calladito el renacuajo granate, dejándole tiempo suficiente a la canción para convertirse en el éxito que fue. Cuando se instaló definitivamente arriba de las listas de venta en muchos países, el canijo escarlata mandó a su ejército de abogados a pedir limosna: 100.000 dólares. La avidez retorcida de algunos no tiene límite.
Bueno cuento todo esto porque francamente, de Arrested Development no hay gran cosa que rascar. Se formaron a finales de los 80’s, agrupando a artistas que defendían la misma idea de la música y la vida: hip hop rap alejado al máximo del gangsta, vegetarianos, prohibicionistas, sonrisa beatífica en la cara, yo brother.
Su primer álbum se llamaba 3 Years 5 Months & 2 Days In the Life Of…, es decir el tiempo transcurrido entre el día que los dos cabecillas, Speech y DJ Headliner, decidieron lanzarse y el día que se puso a la venta el disco. Este álbum contiene las tres canciones más conocidas de la banda, que desde entonces no ha logrado reproducir el milagro nunca más. ¿Sabías que habían sacado un undécimo disco en 2013? Ni yo. Splash se llamaba, jatetú.
Te dejo con las tres canciones en cuestión, más el tema Revolution, compuesto a petición de Spike Lee para ser incluido en la BSO de Malcolm X. Hala, a currar.