Kim Carnes – Bette Davis Eyes

Fiouck’s Summer Series #17.

Verano del 81. Enchufaba la radio y, fuera la hora que fuera, inmediatamente Kim Carnes se disponía a susurrarme palabras lascivas al oído. No sé a las mujeres, pero a mi, su voz deliciosamente rota me las prometía felices, mitad sensual, mitad sexual. Vale que era rubia y tenía aspecto ligeramente andrógino, pero sus ojos verdes bien valían los de Bette Davis. Arrasó en medio planeta con el tercer single que más vendió en la década de los 80’s. Y más de treinta años después, este tema, que le valió todos los honores y algún que otro cheque con muchos ceros, se añade naturalmente a la lista no tan larga de las canciones atemporales.

Hasta aquel diez de marzo de 1981, fecha de lanzamiento de Bette Davis Eyes, Kim Carnes no dejaba de ser una artista de segunda. El año anterior, gracias a un dúo con Kenny Rogers –el eterno galán de pelo blanco, cantante country casado cinco veces-, en el que interpretaban la balada empalagosa Don’t Fall in Love With a Dreamer, logró subir de segunda B a segunda, sin nada que dejara entrever otro ascenso posterior a la categoría superior. De hecho había prácticamente abandonado su carrera como cantante, para centrarse en un negocio que le iba mucho mejor, él de compositora y letrista para otros.

Nacida en 1945 –sí, va para los 70, no busques fotos suyas en google, es demoledor-, siempre se sintió atraída por la música, pero sólo fue capaz de escribir buenas canciones para otros, quedándose con las migajas. Como cantante, se incorporó a The New Christy Minstrels en 1966, una banda folk en la que ya estaban Kenny Rogers, Karen Black –futura actriz de Easy Rider y El Gran Gatsby entre otras películas-, y Dave Ellingson –su marido dos años después-. En 1971, cantó la canción Nobody Knows para la banda original de Vanishing Point –road movie más pesado culto aún que Easy Rider-, aunque se la recuerde sobre todo por haber compuesto el tema central interpretado por la leyenda blues Big Mama Thornton, Sing Out For Jesus.

Kim Carnes Bette Davis Eyes

Este relativo “éxito” tuvo el mérito de darle cierta visibilidad. Empezaron a llegar encargos por parte de cantantes súper estrellas. Compuso You Turned My World Aroud para Sinatra, Love Comes From Unexpected Places, para Streisand, y todos los temas del disco Gideon, del viejo verde Kenny Rogers. Mientras se hacía un nombre como músico de otros, su carrera como cantante no despegaba. Cinco discos de estudios de 1971 a 1980, cero patato.

En 1981, lo volvió a intentar con el álbum Mistaken Identity. Durante su grabación, se le acercó Donna Weiss, quien había co-compuesto la canción Bette Davis Eyes en 1974 con Jackie DeShannon, interpretada por esta última. El original era jazz y soul, se había publicado en el disco New Arrangement, e iba tranquilamente para el gran saco de los temas olvidados. Donna Weiss convenció a una inicialmente escéptica Kim Carnes de volver a grabarla con otro sonido, más moderno. El productor del disco tuvo la brillante idea de comprar el set de batería más barato del mercado y de mezclar su particular sonido con el de un sintetizador rudimentario –tengo el nombre del aparato en cuestión, pero la FiouckMedia también necesita financiación, se aceptan copas, gintonic de Seagram a poder ser-. Los arreglos electrónicos y la voz ronca de Kim Carnes hicieron el resto.

Nueve semanas permaneció en el #1 en los US. Alcanzó este mismo puesto en otros treinta y un países. Como ya decía más arriba, fue el tercer single que más vendió durante la década de los 80’s, tan sólo superado por las canciones Physical, de Olivia Newton John y Endless Love, del dúo Diana Ross y Lionel Ritchie. Con el tirón del single, el álbum vendió más de ocho millones de ejemplares, imagínate cuántas copias vendería sólo el 45t –te dejo imaginarlo, porque no hay forma de dar con el dato-.

Lo más tierno de la historia, es que Kim Carnes y Bette Davis se volvieron grandes amigas. La actriz se declaró de inmediato muy fan del tema. Le escribió a la cantante para darle las gracias por permitir que “formara parte de los tiempos modernos”. También le dijo que se sentía muy orgullosa de ella, porque su nieta ahora veía a su abuela como a una “grandmother so coooooool”. En sus memorias, escribió “Fue muy emocionante ser parte de la generación del rock’n’roll”. Una bonita historia, ¿verdad?

Hala, sube el volumen, luego zumito y a misa.

 

 

 

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