Un día de febrero de 2008; tengo prevista una entrevista con un candidato para un puesto de informático en la empresa de la que soy socio. Con el Director de I+D llevamos tiempo utilizando el truco del móvil para comunicarnos nuestra impresión durante las entrevistas, con tal de no alargarlas demasiado si uno de los dos cree que la persona no vale. ¿Cuál es el truco del móvil? Na, fácil, colocado en la mesa pantalla hacia arriba, si en un momento dado uno de los dos le da la vuelta, es que la persona no cubre el perfil buscado y tratamos de concluir rápido.
Aquel día se sentó enfrente nuestro un chaval, nerviosísimo. Sobre el papel no cumplía con nada, cero experiencia, cero estudios afines, un autodidacta sin prácticamente nada para demostrar que tenía capacidad para el puesto. Sin embargo el móvil se quedó pantalla hacia arriba hasta el final de la conversación. Nos conquistó y convenció con su forma de ser –por dios qué nervios tenía, nos contó tiempo después que estuvo a punto de darse la vuelta y huir antes de llamar a la puerta-, nos despedimos de él con la extraña sensación de haber pillado una perla. Se le contrató el día mismo de la entrevista y fue la mejor decisión que tomé en mucho tiempo. Tenía infinita capacidad para aprender y aplicar al rato todo lo que iba ingurgitando, compensando su poca experiencia con muchísimas horas de trabajo. Las raras veces que salía de la oficina antes de las ocho, era para ir a ensayar con su grupo de rock, Kovalski.
Kovalski, rock español. Ya, lo sé, en principio para mi hay como incompatibilidad, no por la música, sino por el propio idioma. El español es como el francés, el italiano, o el ucraniano –escucha High Way To Hell en ucraniano con Vopli Vidopliassova, ya me dirás-, no son idiomas rock. No es contradicción, simplemente no le pega. Suena raro. Otra cosa es la música rock que se pueda tocar en este país. El otro día aluciné con Juventud Juché, punk madrileño como no había escuchado en décadas. Y en otras entradas, dediqué espacio a Líneas Albies, Nudozurdo, Raisa, o NajwaJean y sé que hay muchos más grupos nacionales que merecerían estar aunque sea por su música. Vaaaale, voy a fijarme más.
Kovalski lleva on the road desde 2007. Es rock básico como a mi me consta que tiene que ser el rock, guitarras (dos), bajo/teclado y batería, punto. Y el cantante claro. Es rock eléctrico, con nervios, influenciado por un largo abanico de bandas y artistas, aunque si tuvieran que elegir una ciudad, sería la de Seattle de los 90’s. Después de un primer EP publicado en 2009 –Kovalski-, consiguen llamar suficientemente la atención como para que el mismísimo Antonio Arias –Lagartija Nick– decida producir un segundo EP, Caótica, en 2010. El single Eres Electricidad fue objeto de un vídeo seleccionado por el jurado de los Premios UFI de la música independiente en 2011. En 2012, sacan Punto de Quietud, su primer álbum, arreglado por Alberto Seara –Söber, Dover, etc-, con el single Te Reconoceré.
Hoy Kovalski lleva embarcado en un nuevo proyecto –renovarse o morir-, la banda sonora de un videojuego que ellos mismos están desarrollando en el seno de Fictiorama Studios. Se llama Dead Synchronicity: Tomorrow Comes Today. Según los enterados –yo soy de la época pinball lo siento- las tiene todas para deslumbrar en un sector en el que se ha visto ya de todo. Ayer lanzaron su operación de crowdfunding en Kickstarter.com, para poder terminar el desarrollo y lanzar el juego al ruedo. Yo participé, te invito a echarle un vistazo, aquí. Quedan 28 días y unos cuantos miles de dólares por conseguir, ¡venga!