Entrada #666! Con doble ración de significado. Para todos, el número de la bestia, que hasta provoca hexakosioihexekontahexafobia en algunos. No me quiero meter con las fobias repartidas por el patio -yo también tengo alguna ridícula-, pero sentir miedo irracional frente a un inofensivo número 666 ya me parece de juzgado. Na, lo que me preocupa a mi solito, es la fracción. 666 son dos terceras partes de 1.000. Ya sabes… que sí, piensa un poco, esto quiere decir que he recorrido dos tercios del camino hacia la meta.
Calla calla, nada de animarme para lo que queda, de repente me tiemblan las piernas. Un día, siendo chaval, leí una de estas anécdotas sobre matemáticas, no sé si absurda o surrealista, pero me impactó mucho. Decía más o menos lo siguiente: una bala tirada desde una pistola A en dirección a un blanco B, no llega nunca a B. No no no, olvídate de que de repente se cruza un idiota por su camino para fastidiar, o que ese mismo idiota decide desplazar el blanco para sacarte de quicio, no. Es sólo que, una vez disparada, la bala recorre la mitad del camino, luego la mitad de la mitad que queda, luego la mitad de la mitad de la mitad restante, y así, ya sabes, hasta el infinito, por lo que matemáticamente hablando, la bala nunca llega a su destino. Mira si los hay retorcidos y bobos para imaginar estas cosas. Pues yo ahora empiezo a sentir miedo de nunca llegar a 1.000 posts.
Voy a invocar al diablo, que me libre de estas tonterías de empollón aburrido en las que uno queda atrapado por sentir alguna debilidad por ellas. Satanás, ven paca, que te quiero contar una cosa, si me prometes que el tres de noviembre 2015 firmaré mi post #1.000, te pongo tu canción preferida, pero echando leches.
Al final firmamos un pacto. Lo bueno es que le engañé, porque el pacto de sangre no prohibía pinchar una versión de Sympathy For The Devil. El original de los Rolling Stones me lo quedo para más adelante, será un plato fuerte de este blog. Bueno, eso espero. De momento a conformarnos con la versión de Lords of Altamont.
En diciembre de 1969, los Rolling estaban de gira por los US, después de tres años de ausencia. Ante las fuertes criticas recibidas por el precio demasiado elevado de las entradas, decidieron cerrar el tour dando un concierto gratuito en la costa oeste, en Altamont, cerca de Los Angeles, en un circuito automóvil. Además les servía para hacerle una competencia tardía a Woodstock, que había tenido lugar cuatro meses antes en la costa este. El cartel anunciaba, Santana, The Flying Burrito Brothers, Jefferson Airplane, los Rolling Stones, Crosby, Stills & Nash and Young y el Grateful Dead. Se contrató a los Hells Angels de Oakland para asegurar la seguridad en el recinto y se decidió pagarles 500 dólares en cervezas. Lo malo es que enfrente tenían a 300.000 personas que no bebían sólo leche de soja, con lo cual la situación se deterioró desde las primeras notas dadas por Santana. Al final, la tragedia que todos conocemos –bueno yo me la conocía, con perdón-. Empeoró tanto la situación que justo después de tocar Sympathy for The Devil, una enésima pelea entre Hells Angels y el público terminó con la muerte de un chaval de 18 años, apuñalado por los primeros. Otros tres espectadores murieron, dos niños aplastados por un conductor fumado y un adulto que se ahogó en un lago cercano. Rock’n’Roll.
Treinta años después, Jack Cavaliere y Johnny Devilla, ex miembros de The Bomboras, se reunieron con un ex Cramps y otro ex Fuzztones para montar Lords of Altamont, un homenaje al rock tirando a garage de los sesenta, el de MC5 y Stooges. Después de cuatro discos de estudio, acaban de sacar un nuevo con sólo versiones de las canciones más míticas que se escucharon en aquel festival. Entre otras Jingo, de Carlos Santana, 3/5 Of a Mile in 10 Seconds, de Jefferson Airplanes, Love in Vain, de Robert Johnson pero que los Rolling ya versionaban, Gimme Shelter y la grandiosísima Sympathy For The Devil. Buf esta canción, inmensa, no hay palabras. Cuando la ves en directo, estás en otro planeta. El planeta rock’n’roll.