Ya sabes, me gusta fastidiarte el domingo con canciones imposibles. Esta vez vayamos a Francia, donde un tal Philippe Katerine lleva más de veinte años azotando las ondas, cuando le dejan, demostrando como un crack que se puede hacer música diferente y tener el reconocimiento –entendámonos, tampoco es David el Jeta- de los medios y el público sin mezquindad ni bajarse nunca los pantalones –o levantar la falda, según-.
Philippe Katerine tiene 45 años y siempre, siempre, hombre con suerte, ha hecho exactamente lo que le salía de las gónadas –justo ayer me dijeron que tenía que cuidar un poco más el vocabulario, que el idioma español tiene suficiente riqueza como para no caer siempre en lo ordinario-. Iconoclasta y cínico, posiblemente la forma más justa de resumirle. No se inscribe en ninguna corriente ni tendencia ni moda. Se mete con todo y todos, de una forma provocadora. Tiene una canción, donde, maquillado como la momia real inglesa, canta “Soy la reina madre, y me cago en tu puta madre” –lamento la pequeña desviación lingüística, no deja de ser la traducción más fiel de la letra-. En el fondo es un punk chalado con humor subversivo. O un payaso regresivo. Me recuerda al DEVO del primer álbum “Q:Are we not men? A: We are Devo”. También ataca con mucho humor el mismísimo lema de Francia –y no ha recibido tres balazos al día siguiente, no sé si es señal de que hay libertad de expresión o si la gente pasa olímpicamente-, en un tema en el que “Liberté, Egalité, Fraternité” se convierte en “Libertad una mierda, Igualdad y tu prima, Fraternidad fuck you” –bueno, algo así-.
En 2006, Philippe Katerine, fiel a un estilo donde prima la burla y la letra desafiante, decide cambiar la música de sus composiciones. Llama a la que considera “la mejor banda del mundo”, The Little Rabits con Federico Pellegrini al frente -por lo menos en aquella época-. Y tú dices, “¡claroooo, si ya publicaste un post sobre su nueva banda Fiouck, The French Cowboys!” Bien, así me gusta, que estés atento. De esta colaboración salió el álbum Robots Après Tout, el que le permitió salir en prime time en los medios más respetables de Francia. Y eso que va bien cargadito de collejas, bofetones, risas, absurdeces. Escucha Louxor, J’adore y luego Borderline, para alegrarte el día. Pero si me puedo permitir, escucha primero la versión Live de Borderline. Y si te atreves, ve el vídeo en concierto –normalmente nunca posteo vídeos, soy de los que defienden la idea de que una canción, si no existe sin vídeo, es que no es buena canción-. Y de paso el vídeo de Louxor J’adore.
Pon el volumen a tope, luego zumito y a misa.