Ayer me encontré con una reseña en un blog con el título “20 palabras hermosas de nuestro idioma español que talvez no conocías”. Me llamó la atención, sobre todo la errata -tal vez, para los que se acaban de levantar-. Tardé un rato en abrir el post, pensando con temor, “y si no te conoces ninguna Fiouck?”. Sería un golpe bajo, después de 23 años en España. Me sentía como el candidato al puesto de trabajo de su vida, que sabe que se la está jugando. Redoble de tambores…
Diecisiete. Ja, i am the fucking milk. Me sabía 17 de ellas y, -eso, Tomate cretino, fanfarronea-, la mayoría incluso las había utilizado aquí mismo. Cuánto me quiero a veces, di que sí. Quedaban tres: arrebol, inmarcesible y serendipia. Esta última la había escuchado o leído alguna vez, pero hay trampa porque no figura en el diccionario de la RAE. Total, como no quiero ser menos que el autor de la entrada, voy a hacer una frase con las tres. Ajem, allá vamos: “esta mañana, al alba, estaba reflexionando sobre el origen de la vida y nuestro destino a quién coño iba a poner en el blog, inclinándome por algo rock vital, cuando, ¡serendepia!, mientras contemplaba el arrebol y los olivos inmarcesibles resplandeciendo bajo el sol naciente, caí en que no hace mucho me recomendaron la suave música de Rhye”. A que mola la frase, ¿verdad?
Cuando escuchas por primera vez a este dúo, automáticamente piensas en Sade. La bella Sade Adu. Así que busqué en google images para ver a qué se parecía la cantante de Rhye. Chasco, es un tío. Bueno chasco, es un decir, me la refanfinfla, mientras su voz me siga meciendo. Qué dulzura. Hay que escuchar Open mientras sigues leyendo, te va a encandilar. No del todo melancólica ni triste, más bien melancólica y triste.
Se sabe poco de este dúo afincado en Los Ángeles. Michael Milosh, aquel cantante víctima del cierre intempestivo de las puertas de un ascensor, es canadiense. Tiene formación clásica, chelista desde los tres años, jazzman por pasión, músico electro por Darwin. Robin Hannibal, nacido Braun, es danés. Fue la mitad del dúo Quadron, con otro danés, autores de dos álbumes de electro soul, que tuvo su pequeño efecto en los magazines neoyorkinos guays, a finales de la década pasada.
Ambos se conocieron en Copenhague, por compartir el mismo sello. Estuvieron estrechando relación durante una semana en un estudio –de grabación ¿vale?-, produciendo sólo tres canciones, pero que iban a dar bastante que hablar. Posteriormente siguieron su propio camino, volviendo a los US cada uno por su cuenta.
Finalmente volvieron a contactar y decidieron que algo tenían que hacer con su producción en común. Colgaron dos de los tres temas en internet, Open y The Fall, sin más información sobre sus autores, y dejaron que el talento y la fortuna hicieran el resto. El misterio alrededor de Rhye creció a la misma velocidad que ambas canciones ganaban adeptos.
Hoy ya no hay más especulación, tienen nombre y apellido, fotos colgadas por ahí, y un álbum, Woman, publicado en 2013, ojito derecho de más de una publicación. No es el disco del siglo pero es tremendamente bonito, muy recomendable. Pop electro soul suave como el terciopelo, bálsamo para los días de tormento que se avecinan.
Un disco delicioso.
Di que sí.