Alex Kapranos, cantante de Franz Ferdinand, tiene dos acepciones. La de pide hostias por esta falsa modestia que nos regala en sus entrevistas, como cuando decía hace poco que “si no hemos desaparecido como otras bandas de rock de principios de siglo, es porque hacíamos mejores canciones”, y la de pide hostias por, en el fondo, tener razón.
Como todos los pide hostias que se precian, Kapranos se hace el interesante. ¿Por qué sacar un nuevo disco –FFS– asociándose a uno de los dúos más inclasificables del pop rock de los últimos cuarenta y cinco años, cuando con un único chasquido de dedos lograría que medio planeta rock acudiera a su llamada? Y yo que sé, el mundo de los pide hostias es abismático, insondable e incomprensible.
Porque los Sparks no son precisamente la banda más encasillable. En cerca de cinco décadas han tocado todos los géneros, siempre fieles a una idea no tan estrafalaria de la música: renovarse o morir. No se sabe si iban adelantados o con retraso, o simplemente si sólo aspiraban a quedarse fuera de las normas. Autoburla sin límite con tal de torcerle el cuello a los convencionalismos y reventar los códigos.
Dicho así suena muy bien. No fueron los primeros en intentarlo, la dificultad radica en dejar huella suficiente como para demostrar que es posible hacer música sin preocuparse por un protocolo en vigor desde tiempos inmemoriales. ¿Lo han conseguido? Depende de qué se entiende por tener éxito. No se han dado grandes baños de masa, quitando contadas excepciones, porque en general el público es perezoso. Pero sí figuran como uno de los grupos de culto para cantidad de artistas que se conchaban con ellos para darse aires de anti conformismo, como los pide hostias.
Los Sparks es ante todo el dúo fundador, los hermanos Mael, y luego decenas de músicos que han pasado por sus filas. A finales de los sesenta, Ron y Russell son dos culos inquietos artística e intelectualmente, estetas instintivos y atraídos por la cultura venida de fuera –léase la de Europa, que en EEUU al principio les miraban con los ojos como plato-, que decidieron emigrar a Inglaterra en 1973, por dos motivos: toda la música que escuchaban venía de allí y en su suelo natal el glam rock con espectáculos extravagantes (pleonasmo, lo sé) no cuajaba.
Después de dos discos editados en los US como Halfnelson y unas cuantas actuaciones en el Whisky a Gogo de L.A., Londres les supo la Tierra Santa. Después de rebautizarse como los Sparks, dieron en el clavo a la primera de cambio: su canción más famosa, This Town Ain’t Big Enough For Both Of Us, les propulsó hasta el #2 de las listas de venta, y si no llegaron hasta el primer puesto fue porque el público inglés privilegió una banda del país, los Rubettes con su Sugar Baby Love. El Tomate, que no llegaba al metro cuarenta en esta época, recuerda perfectamente el tema, su ritmo frenético y la voz de falsete de Russell. A ti, si no tienes una edad digna, no te sonará probablemente nada.
A partir de ahí –sí sí, soy consciente de que utilizo mucho esta expresión, soy un vago-, cuarenta y un años de continuos sobresaltos y cambios radicales de dirección artística. Electro pop con Giorgio Moroder, New Wave Synth Pop mucho antes que New Order, jazz dixieland, pop ñoña, y ahora el rock de Fiouck, guitarra bajo batería, con Kapranos y los Franz Ferdinand. A este disco, estrenado el pasado mes de junio, debería prestarle algo más de atención, pero ya no son horas, así que te dejo con algunos temas emblemáticos del dúo, reconstituyen bastante bien una carrera… diferente.
Fuckin’ good post
Fuckin’ good Pere 🙂
Estoy pensando en dedicarle una entrada a Johnny Halliday, ¿te chirría?
Supongo que no lo puedes evitar
A ver, sí que se puede evitar, me lo voy a pensar, veo que hay resistencia 🙂
Nooo, el blog es tuyo, pon lo que te dé la gana, faltaría más!
Palabras mayores, los Sparks. Imprevisibles y necesarios, los tíos son tan buenos que son incluso capaces de resucitar a Franz Ferdinand cuando todos creíamos que la trayectoria descendente de Kapranos y cía acababa en trompazo.
Y sin embargo, qué grandes desconocidos siguen siendo para el público. Uno quiso poner su granito de arena, y cuando mi modesto blog cumplió su primer año de vida, decidí celebrarlo publicando en un sólo día hasta 5 (¡cinco, Fiouck: supera eso!) entradas con las que repasar la alocada pero siempre interesante trayectoria de los Mael. No tuve muchas visitas, claro, pero nadie podrá decir, el día que los Sparks sean reivindicados como merecen, que algunos no avisamos.
Si alguno siente curiosidad, y con permiso de Fiouck, ahí dejo un enlace con el que repasar (y algún afortunado, puede que descubrir) la zigzagueante historia de un grupo único:
https://thesongswelove.wordpress.com/?s=sparks&submit=Buscar
(Recomiendo empezar por Suburban Homeboy, y acabar en la comentada colaboración con Franz Ferdinand, pero vaya, en el caso de Sparks, la continuidad argumental no es estrictamente necesaria…)
Cinco al día es pura ciencia ficción, estarías bebido o te había tocado el gordo no sé. Ahora voy a leer todo esto….