Jaakko Eino Kalevi – Jaakko Eino Kalevi

Me encantan los dichos españoles. Quería traducir uno en francés, “l’arroseur arrosé” –literalmente “el regador regado”-, y me he encontrado con cantidad de posibles traducciones: el cazador cazado, el estafador estafado, el engañador engañado, ser pagado con la misma moneda, el burlador burlado, ir por lana y volver trasquilado, el alguacil alguacilado. Tendrán sus matices, pero se entienden todos. Y a partir de hoy podremos usar el de el swifteador swifteado.

Habrás leído por ahí que Taylor Swift –no me preguntes, por favor- se ha hecho grande erigiéndose en defensora del planeta de los músicos, al obligar a Apple a rectificar su política de royalties, que directamente se olvidaba de pagar a los artistas durante los tres primeros meses de gratuidad de su nueva plataforma de streaming.

La arrogancia y soberbia de esta compañía no tiene límite ni parangón. Se puede llegar a entender que quieran mejorar el beneficio de la compañía con un abuso más –un ahorro de algunos millones de euros, a comparar con los mas de 40 mil millones de beneficios en 2014-, pero sí da miedo que, arropado por una legión de fans de la manzana, se crean por encima de las leyes, fiscales o mercantiles. Así que de respeto a los creadores, ni mencionarlo.

Jaakko Eino Kalevi

Podría despotricar días sobre con esta empresa, a la que tengo una manía que ni Google. Pero al grano, ganó Taylor Swift, arropada ella por una legión de 170 millones de seguidores en sus redes sociales. Se quejó vía Twitter y logró que Apple rectificara a las pocas horas y anunciara que sí pagarán religiosamente lo que es debido.

Pero hete aquí que a la Taylor acaba de darle en plena cara el bumerang que lanzó pensando en que no volvería, con trocitos de manzana pegados en la madera. Un fotógrafo profesional, utilizando los mismos medios que ella –twitter-, le recordó que le parecía bien que se aprovechara de su posición para auto nombrarse portavoz de los humildes músicos y autores, pero que convendría que se aplicara las mismas reglas de supuesta honradez y respeto a la hora de utilizar el material fotográfico de los profesionales que ella contrata para retratarle.

Resulta que según el documento que los fotógrafos firman con el representante de la cantante, le han de entregar todas las fotos sacadas de la artista, y es ella quien decide las que merecen ser pagadas. Las no elegidas, directo a la papelera, y el fotógrafo con el rabo entre las piernas. Es más, para los afortunados, no les pertenecen los derechos sobre las fotos y sólo se les paga una única publicación, olvidándose de percibir royalties sobre los siguientes usos.

Apple 0 point – Taylor Swift 0 point. Una gran farsa que la música, siempre lo he dicho.

Así que hoy alejémonos del mundanal de los pudientes, volvamos a los pequeños escenarios, donde los focos brillan cuando alguien se presta a pedalear, y acerquemos la lupa sobre Jaakko Eino Kalevi, cantante indie pop que seguro pasa de todo este circo. Como buen finlandés que es, usará un Nokia 3330 que ni vale para selfies.

Tiene la típica trayectoria de los que no saben muy bien qué hacer con sus manos. Las escondería con su pelo, pero de momento sólo le llega a los riñones. Siempre le había atraído la música, incluso llegó a meterse en algunas bandas cuando era joven, pero de esta primera etapa no salió nada bueno. Así que como muchos, se cansó de las latas de sardinas –allí serán arenques-, pasó el examen de conductor de tranvía de Helsinki, y así durante años, dándole a la bocina cuando algún turista se extraviaba por las vías reservadas al tren.

Hace tres años decidió intentarlo de nuevo. Sacó un primer EP en plan do it yourself, Dreamzone, que por sorpresa del propio interesado, le mereció cierto reconocimiento más allá de las fronteras escandinavas –donde las sardinas son sardinas-. Así que se marchó a Berlín, firmó con el sello Domino –Franz Ferdinand, The Kills o Arctic Monkeys– y se puso manos a la obra para publicar su primer álbum, homónimo. No hay una canción que se parezca, pero tiene cierta coherencia. Como sé que no te vas a molestar en escuchar las siete que te dejo, date el gusto con la  primera, Ikuinen Purkautumaton Jännite. A partir de 3’’05” tiene ese no sé qué que a mi tanto me gusta, con cierta épica aérea. No pasará el verano, pero mucha frescura trae.

 

 

 

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