He pactado con el diablo. Bueno, la diabla, vestida de la City. No me chilles, pero hoy, de verdad, no tenía tiempo de redactar nada, así que he llegado a un acuerdo: lo ha escrito por mi una amiga, a cambio de que hable aquí de su iniciativa empresarial. Sé lo que vas a decir, con lo que he sido…

Ella acaba de lanzar un portal para facilitarle la vida al emprendedor en busca del preciado inversor que financiará su proyecto. Se llama www.mifinanciacion.es, ofrece información detallada de más de 350 entidades inversoras que operan en España, capaces de aportar fondos en proyectos acordes con su estrategia de inversión. Las hay para todos los perfiles de emprendimiento, sean empresas semilla, start-up o expansión, busquen 10.000 euros o varios millones. Soluciona la dificultad que los emprendedores encuentran a la hora de contactar con inversores y conseguir financiación, con ello ganan mucho tiempo y por ende… dinero. El proyecto es muy bueno, falta hacía, dentro de poco me haré cliente, sin duda.

Así que ahora le toca el turno a ella. Leyendo su entrada, tengo como un bajón. ¡Qué fácil es imitar un estilo que me parecía irresistible! Pero en el fondo ganas tú, porque es raro que le dedique una entrada a un grupo español.

Allá va…

Hoy es de esos días que tienes la sensación de que te han puesto a prueba. Intentas estar a la altura de las circunstancias, haces esfuerzos inconfesables para cumplir con cada una de tus obligaciones y aún así, hay alguno que te pide que hagas el pino puente, doble voltereta y un triple mortal. Sí, así, en frío. Sin ensayar ni nada. Todo eso sin haber calentado, ni siquiera un previo estiramiento por si las moscas. Muy bien, no pasa nada. Te lanzas: ¡hop! Sabes que no es tu día y que puedes caer al vacío sin red. Y caes… hasta el fondo de las marismas. Fuck, podrían elegir un mar cristalino, templado y lleno de peces de colores.

Pero no todo está perdido. Aún hay almas bondadosas que están dispuestas a ayudarte y te lanzan un salvavidas, casi literalmente. Por supuesto, me lo puse encantada y me dejé llevar hasta un lugar seguro. Esto no tiene precio.

Y cuando recuperas el aliento, la cordura y el sentido de la orientación y algo del común, decides que toda esta desdicha hay que compensarla con un buen trago de rock. Pero que sea latino esta vez, que sea uno que envenene la piel, que te deje el corazón de tiza y te enseñe lo que es la verdadera escuela de calor… ¿lo vas pillando? Hoy estoy pletórica, ¿a qué sí?

Te enchufas a Radio Futura y los males se acaban, se disuelven y se convierten en elixir musical. Porque hablar sobre “el grupo de rock más importante e influyente de la historia reciente de la música pop española” no es para menos y no lo digo yo, sino los oyentes que votaron en el programa Diario Pop de Radio 3, conducido y dirigido por Jesús Ordovás, crítico musical e impulsor de la movida madrileña, nada menos.

Radio Futura empieza fuerte allá por el año 1979, firman contrato con Hispavox y telonean a Elvis Costelo en Badalona, no está mal. Pero solo dos años después abandonan el formato pop y se organizan en un grupo rock, con verdadero compromiso artístico, es lo que tienen los verdaderos rockanroleros. Y esta actitud crítica atrae la atención de un grupo de publicistas underground de la época (RCR) pioneros de los videoclips españoles quienes deciden hacerles uno gratuitamente.

Esto sí que no tiene precio. Mola. Radio Futura es eso, futuro en la música de una España casposa y menor de edad con sed de nuevos encuentros culturales y musicales, mezclados de excitación, drogas y alcohol. El mejor regalo que podían ofrecer a un público ávido por escuchar lo que hasta entonces estaba prohibido. El cuarteto decide abrazar el rock con claras influencias del punk y funk, un cóctel perfecto para sus “fanses” y “fansas”. Hay que decir que, Santiago Auserón era un auténtico icono sexual para las mujeres que le desvestían con la mirada. Hay que reconocer que era un rato guapo.

Tardan dos años en grabar y publicar el mejor trabajo del grupo, el LP que todos y todas conocéis y de alguna manera u otra os marcó: La Ley del Desierto/La Ley del mar. Me sorprende el contraste de estilos de este LP. Increíble cómo introducen influencias tan diversas como The Stranglers o The Clash en la primera parte y con ecos glam como Hadaly o fusión africana con funk en la segunda, con la maravillosa Escuela de calor. Chapó por ellos, a sus pies por siempre jamás. Solo por esto, me tienen de su parte eternamente. Venga, lo digo en voz muy alta: ¡WOW!

Hispavox, no sabes lo que hiciste abandonando este talento. Imagino que estarían comiéndose las uñas durante unos años, ahora muñones…tras ver cómo conseguían ser éxito de ventas con Semilla Negra, remezclada luego en Londres junto a Raimundo Amador. Es allí donde el relevo lo toma Joe Dworniak y Duncan Bridgeman, productores de su próximo disco Un País en llamas, otro éxito de ventas en España. Y solo estamos en el 85. Vosotros sí que sabéis.

La verdad es que la trayectoria de este grupo ha sido siempre brillante. En los 90 os dieron Veneno en la piel, con el número uno tatuado en cada lanzamiento, arrasando en las giras y duplicando ventas.

Pero todo principio, tiene su final. Y precisamente Veneno en la piel, fue letal para ellos. Tuvieron que duplicar sesiones, músicos y técnicos de sonido que acallaran el griterío de los asistentes. Para colmo, durante la gira tuvieron la mala suerte de ver el título de su single publicado en vallas publicitarias de una marca de ropa sin su consentimiento y, para rizar el rizo, el promotor del mega concierto en Las Ventas desaparece con el maletín lleno… con su dinero, sí…señores, esto es made in Spain.

Todo este cúmulo de tensiones y sinsentidos provocó la disolución del grupo, aunque antes se comprometió a grabar un último trabajo con uno de sus productores: Tierra para Bailar (1992). Su trabajo siempre estará ahí, y es reconocido. Sin duda, un grupo que supo cambiar el rumbo de la música en España. Cracks.

Date un gustazo hoy, sube el volumen y desconecta. Luego pídete un deseo o dos… porque se cumplen, palabra de Fiouck, o como creo él diría.