En 2012, los músicos que luego formarían la banda Songhoy Blues, de Mali, huyeron del norte del país después de que la región quedara invadida por unos yihadistas borrachos perdidos –digo yo, si no cómo explicar la conducta irracional de estos barbudos-, que entre otras manías persecutorias –por llamarlo suavecito, que estoy un poco plof-, prohibieron cualquier actividad musical. Borraron la M Ú S I C A de un chasquido.
Lo peor no es que nos estemos acostumbrados, si no asumir que va a ir a peor. Yo que tú empezaba a mejorar tu técnica en el tiro con arco, que vienen las tinieblas de Abd Al Mordor. Y pégate una mata de pelos en los pies, va a estar de moda. Ah, por cierto, las anillas de Mahou no te harán desaparecer –como mucho hasta el baño-.
Total (mff…), después de dejar las ciudades de Tombuctú y Gao, los que se conocían de antes se reencontraron en Bamako, la capital. Pronto conocieron a otros músicos con las mismas raíces Songhai y las mismas afinidades musicales. Africa sí, pero Jimi Hendrix y B.B. King también.
En la cultura Songhai –Morgan Freeman es el más famoso de los descendientes de este pueblo- aunque el desierto es omnipresente, la música que se toca es alegre y bailable. Cuando se mezcla con sonidos de la música occidental, da un coctel que impide quedarse quieto. Por ello a las pocas semanas de establecerse en la capital, pronto vieron multiplicarse las invitaciones a tocar en bodas y galas.
Cuando decidieron dar un paso más y grabar demos en un estudio en condiciones, fueron a ver a un figura local, Barou Diallo, ex bajista de Ali Farka Touré, que más que sentarse detrás de la mesa de mezcla, les dio un número al que llamar. Cogió la llamada Marc Antoine Moreau, que acababa de llegar a la cabeza de la delegación Afrika Express, montada por Damon Albarn.
De este disco, Maison des Jeunes, ya hablé hace menos de un año en esta entrada. El proyecto, articulado alrededor del ex Gorillaz, también contaba con Brian Eno, el guitarrista de Yeah Yeah Yeahs, Nick Zinner. Reunieron en una semana a todo lo que la capital contaba de grupos, bandas, combos, artistas y cantantes de todos los estilos, antes de seleccionar a unos pocos elegidos para formar parte del álbum. Entre ellos, Songhoy Blues, que incendió el CD con Soubour, la mejor canción del disco.
Con tal plataforma de lanzamiento, no les costó mucho componer más temas y sacar un primer álbum, concebido entre Bamako y Londres. Tiene un mes, se llama Music in Exile. La última joya de la música africana, que no para de ofrecernos sonidos nuevos y tesoros brutos. Sube el sonido.