Mr. Suizo es bizarro –en la acepción que él defiende-, y me enerva –en la acepción que a mi me gusta-. Su increíble blog de erudito enciclopédico musical, “The Songs We Love”, casi sólo habla de grupos y cantantes que no conozco. Parece que lo hace a posta para hundirme en mi miseria. De haberse fijado también el reto idiota de llegar a 1.000 posts antes de tirar la toalla, es muy probable que 1.800 de ellos (900 + 900, a ver si sigues) no coincidieran. ¿Tan vasto es el panorama musical para que ocurra ese permanente desencuentro entre dos amantes de la misma música? Pues será cierto. De hecho le tengo preparado una pequeña venganza, es radicalmente imposible que conozca el disco de hoy. En caso contrario, me como mis palabras, con salsa vindaloo para más inri.
Nancy Dupree, fallecida en 1980, es el pendiente femenino de Hans Fenger. Ya sé que tampoco te suena. Pero si fueras un poco más asiduo/a en este blog, o, si lo eres, tuvieras un poco más de memoria, recordarías esta hermosa historia de este profesor de música, abandonado a sus suerte en un instituto perdido en medio de la nada en Canadá. Un día que se aburría especialmente con unos alumnos más preocupados por el ordeño que por el solfeo, decidió que les iba a enseñar a tocar de verdad. Le costó dos trimestres conseguir que los chavales se entusiasmaran con la idea y pusieran todo su arte incipiente en la interpretación de algunos estándares rock de la época –en especial un épico Space Oddity de Bowie-. Cuando estuvieron listos, les grabó con un Revox rudimentario, llevó las cintas a un estudio, y sacó un centenar de vinilos para regalar a los alumnos. Pronto cayeron en el olvido, antes de resucitar treinta años después, gracias a un loco de las rarezas que lo reeditó, consiguiendo que durante un corto periodo de tiempo, figurara en el #1 de las ventas en Amazon, en 2001. The Langley School Music Project, Innocence Despair, se llamaba.
Nancy Dupree vivió una historia similar. Esta profesora de colegio, negra, que venía del sur de Estados Unidos, se trasladó a Rochester, estado de Nueva York, a finales de los 60’s. Activista de la causa afro americana, luciendo una bola de pelo exagerada, vistiendo vaqueros y deportivas, era una incondicional de Miriam Makeba y Nina Simone. En su nueva escuela, decidió que no iba a enseñar la música como marcaba el programa. Decidió que iba a enseñar a componer y a interpretar creaciones propias, con mensaje, comprometidas, aunque los músicos sólo tuvieran diez años. Durante meses, los alumnos, hipnotizados por la misión y el encargo normalmente reservado a “los mayores”, terriblemente orgullosos de que alguien les permitiera expresarse de esta forma, pusieron lo mejor de sí en la composición y la creación de diez canciones que pudieron grabar en 1970 en un pequeño estudio. Soul, gospel, funk, oda a James Brown, a un Jesucristo negro, aspiraciones de libertad y respeto, los diez temas rebosan esta sinceridad que perdemos con los años. Es un pequeño milagro del que Nancy Dupree logró editar algunos vinilos, con este título: Ghetto Reality, Composed and Sung by Nancy Dupree with a Group of Rochester, NY, Youngsters.
Y al igual que él de Hans Fenger, cayó en el olvido. A Nancy Dupree la escuela le despidió al año siguiente, supuestamente por negarse a llevar falda y tacones, aunque es de suponer que fue motivado más bien por su activismo. Hoy en este instituto no queda rastro del disco ni de la historia de esta señora, cual borrado vergonzoso. Ella prosiguió con su lucha diaria, se integró a los Black Panthers, se convirtió en poeta y actora de teatro, antes de fallecer diez años más tarde de un cáncer. A mediados de los 2000, el disco resurgió de sus cenizas, y si bien no conoció la misma gloria que el Langley School Music Project, hoy es objeto de culto. Y de admiración retroactiva por el hermoso empeño de esta señora, en hacer de la música el más bonito vehículo de pasión, emoción, compromiso y ganas de superación.
Chapeau, Madame.
Grandioso el trabajo de ésta mujer, aunque la hayan despedido en el curso lectivo del año siguiente, por suerte para esos niños, ya había cambiado sus vidas. Uno de los niños solistas de «cold» me hizo acordar a la banda sonora de «el cocinero, el ladrón, su mujer y su amante». Gran película y gran banda sonora. «What do I have» la escuché como cinco veces, ¡Qué buena! Los chavales se lo tienen que haber pasado en grande. Hablando de niños, y coros de niños, te vuelvo a recomendar la canción de los 80’s de Martika «toy soldier»/ «como un juguete». La versión en castellano es más explicita que la versión en inglés (cuando Disney se dió cuenta del «mensaje oculto» de la canción contra el consumo de drogas en niños/adolescentes ya era demasiado tarde…era número 1 en ventas….
Otra mujer que me encantaba musical y estéticamente, que no se vendía fácil por su atractivo sexual era la cantante de Texas, que en el 89 también arrasó con su single debut:»I don’t want a lover…I just need a friend»…Cómo ha cambiado la industria musical, sobre todo para el género femenino, Hacen falta más mujeres como Nancy Dupree!
Hacen falta más mujeres en general 🙂
Touché: no conocía el maravilloso trabajo de esta señora. En mi defensa, sólo me queda decir que tengo en casa hace años el disco del proyecto de Langley, y que la versión del «Desperado» de los Eagles que hace una alumna de aquel centro aparecerá algún día, sí o sí, en mi modestillo blog.
Nobleza obliga, Fiouck: muchísimas gracias por los (inmerecidísimos) piropos.
La acabo de re-escuchar, es una maravilla de versión. Buf…