No conocía la música de Sébastien Tellier hasta hace poquitos días. En general, no suelo prestarles mucha atención a los artistas que pasan por Eurovisión. Qué quieres que te diga, los motivos para emocionarse con ellos son escasos, si bien la edición de este año nos trajo una excepción -ver este post-. Pero regularmente amigos míos me decían, “te equivocas Fiouck, este es diferente, lo de Eurovisión fue como un error en su currículum, dale una oportunidad porque merece la pena”. Qué pesados con el Tellier. Algunos se hacían el listillo indie, “si quedó en el pelotón de cola es buena señal”. Va a ser que no, este año el combo francés quedó el último del certamen, y nunca hubo una decisión tan certera. Otro añadió, “fíjate, lleva la barba de Conchita Wurst”. Sí, y las gafas negras de Jaruzelski.

Realmente me interesé por él después de ver que una de sus canciones formaba parte de la BSO de la película La Guerre est Déclarée –Declaración de Guerra, en España-. Este largometraje de 2011, basado en la propia experiencia de los dos realizadores, me conmovió, buf, he de admitirlo. Cuenta la lucha de una pareja que se enfrenta a la enfermedad de su bebe, al que diagnostican un tumor cerebral con tan sólo 18 meses – miserable lotería sin piedad-. Ellos, unidos en lo bueno y lo peor, irremediablemente entregados a la causa de su hijo, admirables de energía, optimismo y humor, nos dan una maravillosa lección de vida. No recuerdo en qué momento suena el tema de Sébastien Tellier –Une Vie de Papa– pero es bonito la verdad, un sencillo instrumental de una gran delicadeza –te lo dejo para la escucha-.

Así que indagué un poco más. Es cierto que al personaje se le tiene fácilmente cariño. Es como un niño grande, que pasa buena parte del tiempo en la luna, un poco desconectado de la realidad. Para su último álbum, L’Aventura, que se acaba de estrenar, eligió inspirarse en Brasil, porque según él, “el país representa el optimismo y la vuelta a la infancia”. Se ve que este tío no ve las noticias, si Brasil está al borde de la guerra civil, después de ver la población como se va a celebrar un Mundial de ricos en un país donde a pesar de quince años de bonanza asola la pobreza y vuelve a asomar la crisis. Mundo 12 points – Sébastien Tellier 0 point. Se puede ser músico y no vivir en la misma cama que Peter Pan –oye, no he dicho con Peter Pan-.

Sébastien Tellier lleva quince años en el mundillo de la música electro y rock francesa. Es amigo de bastantes de los que hoy arrasan, como Daft Punk, y antes Air y Phoenix. Pero a pesar de contar con bastante talento a la hora de componer y sacar álbumes, no llega a tanta fama. Es más, sus primeros discos –L’Incroyable Vérité, 2001 y Politics, 2004- al principio sólo se distribuyeron en Francia y Bélgica. En 2003 Sofía Coppola incorporó la canción Fantino en la BSO de Lost in Translation, pero ni eso le ayudó mucho. Era el músico bonachón, brillante pero segundón. Y en 2008 le cayó encima Eurovisión. ¿Hizo bien en aceptar? No se sabe, en el país vecino sentó como una patada en los eggs el que cantara en inglés, a pesar de entregar una canción más que digna. Ligera, pero bien hecha.

A partir de ahí siguieron tres álbumes, Sexuality, My God Is Blue y Confection. Todos generalmente aclamados por la crítica, pero con ventas a años luz de las de su amigo Guy-Manuel de Homem Christo, la mitad de los dos pesados de Daft Punk. Por lo visto no se quedó satisfecho con Confection, por lo que emprendió la grabación de un nuevo álbum, L’Aventura, publicado tan sólo siete meses después. Por desgracia sólo tengo un tema para darte, el single del disco, L’Adulte. Bueno, mira, bien podría ser otro éxito de verano para Fiouck. Mola.