Tenía pendiente escuchar a los Snarky Puppy -cachorros sarcásticos en español-desde que un lector asiduo de este blog me los recomendara hace tiempo. Esta mañana dije, venga Fiouck, ya que tienes que pasar la aspiradora, castígate hasta el final, enchufa Snarky Puppy a ver qué pasa. Pasa que ahora me las pongo en bucle. Lo bueno de la edad es que te vas haciendo menos radical, los criterios cambian, sólo importa disfrutar, lleve el cantante una cresta, el pelo largo o este calvo como el culo de un bebé. O, como dice el sevillano en la gozosa Ocho Apellidos Vascos, «el flequillo relamido y cortado con hacha«.
Snarky Puppy no es un grupo “normal”. Es más bien una idea de la música. Primero por la cantidad de músicos que lo componen, cuarenta. Segundo porque no tiene un claro líder. Está el bajista, Michael League, parece el cabecilla, pero más por la organización que supone tal engendro que para identificar un ego en particular. Aquí importa la experiencia global, los focos iluminan a todos por igual. Tercero por el objetivo, triple: hacer música, ofrecer un entorno de producción para cualquier artista, enseñar. Este último punto puede parecer pretencioso, sin embargo ahí están, dando al año más de cien sesiones divulgativas en escuelas y centros escolares de medio mundo. Me quito el sombrero –últimamente no paro de quitármelo, será que hace sol-, todas estas iniciativas de aportar educación musical a los jóvenes sólo puede ser positiva.
De todos modos lo que realmente mueve a esta singular formación es el Live. Más de 200 conciertos al año, en los que este colectivo instrumental loco por fusionar jazz con funk y soul invita de vez en cuando a otros artistas a cantar y a enamorar al público allá por donde van. Es música generosa que instantáneamente hace que todos compartamos el momento, aún sin saber muy bien qué se está escuchando, si jazz, funk, rock, pop, soul, o los estilos que sean. Hay una cantidad increíble de músicos en el escenario. No los cuarenta no, pero hay vídeos en los que se ven dos baterías, teclistas y cobres para aburrir, guitarristas y bajistas para poder jugar al baloncesto. Se les ve felices y no es para menos.
Ya tienen nueve álbumes en cartera, algunos de estudio otros Live. El último, de este año, llegó al #1 de las listas de venta de música jazz en iTunes. El año anterior, grabaron un disco llamado Family Dinner, en el que las ocho canciones son interpretadas por ocho mujeres: Lalah Hathaway, Lucy Woodward, N’Dambi, Magda Giannikou, Shayna Steele, Chantae Cann, Tony Scherr, y Malika Tirolien. El momento fue íntegramente grabado para poder escuchar y ver cada sesión. Te dejo con tres de ellas. La primera con Lalah Hathaway, cantante de R&B de Chicago -más conocida por haber llegado al éxito en 2004 con la bonita Forever, For Always, For Love-. La versión que hacen de Something, de Brenda Russell, les permitió ganar un Grammy Award en la categoría R&B en la pasada edición de enero 2014. La segunda con Jayna Brown, I’ll do me. No está en el disco pero sí en el DVD. Soul soul soul, enorme. Y la tercera, mi preferida, con Shayna Steele –cantante y actriz de espectáculos en Broadway-. Gone Under es de estos pequeños milagros que no te esperas un sábado por la mañana. Debí escucharla ayer, en bucle, me quitaba la resaca al instante. Fabulosa marcha que la de Gone Under, wow. Me pone la piel de gallina.
Venga, apaga la aspiradora y ¡ríndete!
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