Hay películas –y grupos de música- que están rodeadas de esta particular aura de culto. Asumes que son importantes en el panorama cultural, porque te lo han repetido hasta la saciedad. Que si esencial, que si revolucionaria, que si transgresora, que si un antes y un después. “Inclínate, miserable” parecen decir los profesionales de la glosa nostálgica y única. Pero luego te atreves a preguntar, así, a amigos y tal, “oye, y esta peli ¿a ti te gusta?” y resulta que no, que no le gusta a nadie o casi –el “casi” va por aquellos que creen que llevas micro encima y que les va a traer problemas la grabación-. Easy Rider es una de estas. A mi me aburrió sobremanera y no recuerdo que alguien haya intentado defenderla delante mío.
Y eso que sobre el papel lo tiene todo a favor, en mi caso. Un road movie con Harleys, cigarros LP –y más cosas exóticas-, rock’n’roll, dedo alzado contra la autoridad, sensación de libertad, contra cultura, bueno todas estas cosas que hacen la vida mas interesante. Es probable que a finales de los 60’s, cuando se estrenó, consiguiera su pronóstico de remover las conciencias o como mínimo de marcar las mentalidades. Mostrar otro camino, otra opción. De hecho yo de adolescente, durante algunos años, tuve colgado en mi cuarto un poster con Dennis Hopper y Peter Fonda subidos a sus fabulosas motos con el típico paisaje yankee detrás. Luego vi la película en la tele, y cambié el poster por el cartel de Alien -con el “In space no one can hear you scream” en inglés por favor-.
Total, que Easy Rider siempre me ha parecido un bodrio insufrible, que encima no está envejeciendo nada bien. Falta de ritmo, mal interpretado, delirios grandilocuentes, un montaje más que «particular». Lanzó la carrera de Jack Nicholson y casi acabó con la de Dennis Hopper. Eso sí, se salva con una BSO envidiable –faltaría más para una peli de espíritu rock-. The Band, Jimi Hendrix, The Byrds, The Electric Prunes, Smith, una versión de It’s Alright Ma de Dylan, interpretada por Roger McGuinn. Y claro está, la archi legendaria canción Born To Be Wild, de Steppenwolf.
Steppenwolf se había formado en 1964 en Toronto –no, americanos no son-, con cinco miembros que eran todos hijos de inmigrantes de Europa del Este –el nombre del grupo viene de un libro del escritor alemán Hermann Hesse, Der Steppenwolf, el lobo de las estepas-. Tocaban un blues rock áspero. En 1968 sacan su primer álbum, homónimo. La cara A contiene una canción escrita por Mars Bonfire, Born To Be Wild, en honor de los moteros, el cuero, los vaqueros sucios y las botas negras. Cuna del heavy metal para muchos. En la letra se puede escuchar precisamente la frase: “heavy metal thunder”. Una de estas canciones que marcan tendencia. Curiosamente sólo fue el tercer single del disco en ser publicado. Alcanzó un éxito inmediato y su inclusión en la banda sonora de Easy Rider terminó de catapultarla al rango de himno de una generación entera. Rolling Stones la clasifica en el #129 de las 500 canciones más grandes de todos los tiempos. Rock’n’Roll.
Ahí estoy contigo, tomate, para mí era una película «de las que hay que ver»; finalmente el día que la ves (si la llegas a terminar) piensas si es la misma «Easy Rider» de la que siempre has oído hablar.
Hay que defender la postura de que algo puede no gustarnos y no pasa nada. Se queda uno mucho más descansado. Vaya que sí.
Nick Hornby en un libro dice que él se ha ido de algún concierto sin esperar que acabe por que realmente no le estaba gustando, o que determinados solos de guitarra o batería eran excesivos y pomposos, y eso es lo bueno, no tener que decir de todo que es la leche o que es único e irrepetible.
Menos postureo y más rock.
Nick Hornby, grande!!!