Anoushka Sankar – Karsh Kale – Breathing Under Water

Esta mañana, mirando a lo lejos, cuando el sol todavía se hacía esperar, vi doblemente la luz. El alba preciosa. Veintitrés años en España y justo hoy acabo de entender esta regla gramática, un pelín retorcida bien hay que decirlo, que me dio más de un quebradero de cabeza: ¿por qué EL si luego el adjetivo se conjuga en femenino? Vale que sabía que se decía El alma, pero no entendía por qué estaba pura o apaciguada, debiendo ser suciO o atormentadO o lo que sea, pero terminando con una O bonita y redondita. El hada buena. El ala blanca. El águila altiva. El Anoushka hermosa. ¡Champagne! I am the milk.

A la Shankar nieta habrá que preguntarle si le parece bien poner el artículo masculino delante. En 2011 publicó Traveller, un disco de fusión de música tradicional india con el flamenco, de la mano de Javier Limón. También hizo un dúo con Pepe Abichuela, Boy Meets Girl, con lo cual algo de español sabrá, digo yo. Yo no sé indio, pero soy fan de la comida de este país, iré a celebrar mi descubrimiento con un Vindaloo recién salido del infierno. Y al día siguiente me acordaré de la madre del cocinero.

De lo que sí sabe Anoushka Shankar es de sitar, este instrumento imposible que pesa y abulta dos veces más que esta menuda y guapísima artista. Es una virtuosa de la cosa, la Rachmaninov o Yehudi Menuhin del sitar. Descuida, lo he comprobado, sitar es masculino, que ya está bien de tanto liarme. ¿Te has parado alguna vez a mirar de cerca esta “guitarra”? Tiene entre 18 y 26 cuerdas de acero y aunque parezca imposible, cada una tiene su función. Las hay para la melodía, otras para la harmonía y el resto para la vibración y la resonancia. Y no, los músicos que tocan el sitar no tienen más dedos que el resto de los mortales. ¿Cómo lo harán?

anoushka shankar karsh kale - breathing under water

Anoushka Shankar es nieta de Ravi. El maestro del sitar, fallecido en 2012 con 92 años, se convirtió sin haberlo pedido en oráculo de los hippies allá por los 60’s, cuando todos venían a verle para no sé qué menester, posiblemente alguna regla gramatical –“Abuelo, ¿se dice el LSD o la LSD?-. A pesar de su gran sabiduría inversamente proporcional a su diminuto cuerpo, Ravi Shankar no logró despertar a los Beatles y enseñarles el camino correcto, siguieron con su música ñoña. Su gran asignatura pendiente, que le atormentaría durante décadas.

Criada en Londres, un pie en el mundanal occidental, otro en la serenidad de la tradición india, y las dos manos en el sitar, Anoushka Shankar se ha convertido en la digna heredera del arte de su abuelo. Cuando empieza sus recitales, todo el mundo calla, fascinado por los sonidos de otra dimensión y/o por el bello rostro de la moza. Yo ya lo dije en otro post, esta música me encanta. Respira tal paz que logra apagar el fuego de los curries. Vale que no todo el día, pasadas un par de horas igual le doy una patada al equipo de música.

No se conforma con interpretar música de su tierra, desde siempre ha buscado unirla a otros sonidos, siendo el flamenco el arte que más le atrae, por las raíces que comparten –en la wiki dirían “información insuficientemente desarrollada, completar”, pero no tengo tiempo-, pero también el jazz y algo de electrónica suave pero sin pasarse en la experiencia, que la tradición es la tradición.

Te dejo con algunas piezas del álbum Breathing Under Water, que co-publicó en 2007 con Karsh Kale, otro músico de origen indio que sí le da con más gusto a las teclas virtuales, como uno de los referentes del “asian underground” londinense. El resultado es hermoso. Música contemplativa que te abrirá las puertas de la gramática celeste.

 

 

 

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