Johnny Clegg – Asimbonanga

Y hablando de zulu –me refiero al post de ayer sobre Solomon Linda-, aquí tenemos a otro, blanco esta vez, Johnny Clegg. Este post no es exactamente un encargo –no me chifla este artista, a mi eso de zulu blanco me recuerda a estos perroflautas con dreadlocks a lo Bob Marley, como que no pega-, pero digamos que tengo una hermana que se está volviendo insistente con que le dedique una entrada, y como no la ponga le va a dar el patatús. Y una hermana mayor es peor que una madre, hay que O BE DE CER.

No sé aquí la acogida que tuvo Johnny Clegg, pero en Francia en 1987, cuando salió su primer álbum con la banda Savuka, tuvimos a Asimbonanga hasta en la sopa. El país vecino siempre ha recibido a los artistas africanos con las puertas abiertas de par en par, será por su pasado colonialista. Así que un músico que luchaba contra el apartheid desde dentro no podía faltar ni en los telediarios ni en los programas musicales.

A mi me chirriaba, me parecía sosa y melosa. Prefería con creces los Mory Kante y Youssou N’Dour de turno, y sobre todo los de más arriba, Cheb Khaled o Rimitti con la música raï. Con lo cual me he tenido que chupar toda su biografía porque muy poquito recordaba de él. Y la verdad es que esto de zulu blanco no es usurpado, lo vivió desde dentro y fue de los primeros en luchar contra el apartheid rompiendo la regla de oro de “no te mezclarás”, primer mandamiento de los Afrikaners.

johnny clegg - asimbonanga

¿Sabías que era judío? Su suerte, como músico, fue vivir en su carne algo tan terrible como el Apartheid y no tener que pronunciarse nunca sobre la Palestina so pena de ser excluido del Rototom. Lo es por su madre –la condición de judío la transmite la madre-, hija de lituanos y polacos emigrados a Rodesia del Sur –hoy Zimbabue-, donde no tardaron mucho en convertirse en acomodados campesinos, como no.

Sus padres se fueron a Inglaterra a criar el pequeño Johnny, pero a los seis meses se divorciaron. Después de una corta escapada por Israel, la madre volvió a la granja familiar, donde el chiquitín entabló una amistad con el hijo del chófer negro de la finca. A los pocos años su madre volvió a contraer matrimonio, con un periodista blanco y se fueron a vivir a Johannesburgo. Su padrastro tuvo una fuerte influencia sobre el chaval, llevándole todos los fines de semana a aprender a sobrevivir en plena naturaleza hostil en medio de la nada. Pero estaba escrito que Johnny Clegg no tendría suerte con sus padres, este se marchó repentinamente con otra mujer y desapareció de su vida.

A partir de ahí, decidió vivir la vida. Abandonó el modo de vida cómodo y judío de su entorno familiar y de paso también la escuela, para empezar a vivir en la calle. Aprendió a tocar la guitarra de mano de un músico callejero zulu, Mntonganazo Mzila, a pesar de no saber ni pipa del idioma de su mentor. Con los años se hizo una sólida reputación de buen guitarrista al que le importaba un pepino las barreras establecidas por las autoridades, midiendo cada día lo absurdo de la segregación racial.

Fue cuando conoció a Sipho Mchunu, jardinero en Durban de día, guitarrista de noche. Johnny Clegg le enseñó los sonidos celtas y rock, Sipho el baile y la música zulu. En poco tiempo ambos formaron un dúo que iba a revolucionar la sociedad sudafricana, rompiendo tabúes y estableciendo puentes –ooooh qué bonito Fiouck-, entre dos razas que empezaban a estar hartitos del apartheid. Corría el año 1976, el mundo todavía desconocía la existencia de un tal Nelson Mandela, y Wembley sólo recibía partidos de rugby.

Durante diez años, como Juluka, los dos dieron múltiples conciertos y sacaron cantidad de álbumes donde la tradición zulu lindaba con los sonidos occidentales. A pesar de los éxitos y la acogida cada vez más calurosa del público, muchos de los discos eran censurados en el país, obligando al dúo a salir al exterior, coincidiendo con que el mundo se estaba concienciando sobre la situación interna en Sudáfrica y poniendo al país al borde de la humanidad.

En 1985 se separaron cuando Sipho se marchó a ayudar a su comunidad zulu, y Johnny Clegg inició una nueva andadura, como Savuka. Lo que siguió ya todos lo conocemos. Publicó Third World Child, con Asimbonanga de abanderada. Vendió más de dos millones de ejemplares en el mundo y en Francia se hizo omnipresente a todas horas, más o menos cuando mi hermana empezó con sus letanías: “Hermano, un día habrá una gran red de ordenadores conectados, crearás una especie de diario musical que llamarás undia-undisco.net, no me preguntes por qué eso de punto net que se me acaba de ocurrir, y tendrás a bien publicar una reseña sobre Johnny Clegg si no tus padres se van a enterar de que ayer faltaste a clase”. ¿Ves?

 

 

 

3 comentarios en “Johnny Clegg – Asimbonanga

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