Johhny Hallyday – L’envie

[No estaría mal que enchufaras el reproductor antes de leer esta entrada. Es más, es una orden. Hala, hop]

Sábado 23 de noviembre de 1996. Veinticinco aviones despegan de Orly con destino Las Vegas. Vuelo directo especial, nunca antes se había hecho. Cada avión ha sido rebautizado para la ocasión. A bordo, siete mil franceses con el corazón y la mente al borde del colapso, con la vista borrosa que les hace leer Puertas del Paraíso donde sólo ponía salida de emergencia. Cada uno ha pagado la friolera de 9.000 francos para ocupar su asiento, lo que serían hoy 2.500 euros. Muchos tuvieron que ahorrar durante un año, romper huchas, pedir dinero prestado, hacer extras, renunciar a cualquier otro menester superfluo. De no llegar, algunos hubieran atracado a una anciana en el atrio de la iglesia del pueblo, o algo peor. Lo que sea, pero estar. Luego se podrían morir.

Domingo 24 de noviembre de 1996. Las siete mil almas descolocadas por el jet lag pero rendidas por lo que se avecina, se aglomeran en el Aladin, uno de los templos del entertainment de Vegas. Durante todo el día, los autóctonos, tan acostumbrados a la desmesura de los shows y los excesos de los más grandes artistas que han pasado por la ciudad, miran con los ojos como plato a este batallón de franchutes, ordenados en una fila perfecta, cual boda multitudinaria de la secta Moon, entregados a una causa que les supera. Amor puro, devoción eterna, nirvana sin opiáceos.

Las 21h. Johnny Hallyday se sube al escenario para iniciar un concierto completamente único en su género, “Destination Vegas”, a 11.000 kilómetros de Paris. Dieciocho meses de preparativos y llamamiento vía los centenares de Fan Club que el cantante alimenta con su leyenda. Se retransmite en directo en la tele francesa, pero da igual, siete mil fans de todas las edades y condiciones sociales se levantan al unísono para aclamar a su ídolo. Let the show begin.

Johnny Hallyday - L'envie (Bercy 87)

Cuentan que el show no fue a la altura de unas circunstancias completamente locas y surrealistas. La culpa la tuvo una traqueítis que el cantante pilló en su propio vuelo. Uno puede ser semidiós y caer como cualquier mortal. Dio todo lo que pudo durante dos horas y media, gesticuló y corrió como cinco Mick Jaegger, invitó a Paul Anka a subirse al escenario, mandó trillones de besos a la multitud enloquecida. Pero en el fondo la gente se quedó un poco con ganas, aunque eso sí, nadie lo admitió, porque al día siguiente hubieran vuelto a sacrificarlo todo para volver a estar allí.

Yo ya vivía en España cuando aquella locura de concierto pasó. Cuando me lo contaron, me quedé sinceramente alucinado. No es que sea fan ni mucho menos de Johnny Hallyday, pero aunque te digan lo contrario los franchutes que puedas conocer, él es más que su condición de artista y todos respetamos el monumento en el que se ha convertido. Su primera canción publicada hace cincuenta y cinco años -¡¡¡55!!!- fue un revulsivo para la Francia aburrida y campesina de 1960. Abrió la puerta a todos los sonidos y modas venidos de fuera. Hizo más para la modernización de la sociedad gala que cualquier político de la época.

No quiero ni puedo imaginar lo que ocurrirá cuando fallezca. El gobierno pedirá tres días de luto nacional y oficial, menos es impensable. El país se detendrá, los medios se volcarán, la gente enmudecerá. Millones de personas llorarán y a algunos se les ocurrirá reírse, pero un par de soplamocos les pondrá en su sitio. No será para menos para un tipo que ha vendido cerca de 150 millones de discos en un único país –al que podemos sumar las partes francófonas de Suiza y Bélgica-. De haber nacido en UK o en los US, no andaría lejos de Elvis o de los cuatrosem sosos de Liverpool.

Cuando se muera, el Tomate irá a Youtube, buscará “L’envie Bercy 1987”, aquella canción por encima de cualquier otra para los 200.000 asistentes a sus tres semanas de concierto en la sala parisina de Bercy aquel año. Antes de darle al play, subiré el volumen a tope, pondré el vídeo a pantalla completa, y disfrutaré como un enano con la batería marcial, la guitarra a lo Van Halen y la voz de Johnny Hallyday, reconocible entre mil, el semi-Elvis galo.

 

 

 

 

6 comentarios en “Johhny Hallyday – L’envie

    • Ay amigo Pere, qué sensación más rara que la de haber cumplido con el último párrafo del post.
      No una, sino quince veces.
      He hablado con cantidad de gente aquí y allá a la que tampoco le gustaba su música, pero estamos todos apagados y emocionados, se nos ha ido algo enorme.

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