Realmente es el #754, pero los delirios griposos han perturbado el recuento y me han hecho saltar las normas del blog, según las cuales cada cuarta parte recorrida es merecedora de una pequeña celebración: bacanales con alcohol y lujuria durante tres días seguidos, incluso a veces con vírgenes para sacrificar en el altar del rock’n’roll.
Así que el jueves cumplí las tres cuartas partes de ese reto tonto de llegar a mil entradas en mil días. Pero como que me apetecía lo justito montar un fiestuki con Frenadol Hot Lemon y Flutox. Además esto se parece cada vez más a un largo viaje en coche siendo niño: cuanto más cerca estoy de llegar, más eterno se me hace y más pesado me pongo con quien haya tenido la idea del viaje.
Uch, que me abofetearía. Además con lo flacucho y debilucho que me ha dejado la gripe, medio soplamocos bastaría para tumbarme. Na, prefiero castigarme con otra cosa, una buena banda folk llena de buenos sentimientos como hacía mucho que no se escuchaba por aquí. The Staves.
Son tres hermanas, oriundas de Watford, en las afueras lejanas de Londres. Tienen 25, 28 y 31 años, son simpáticas y nada creídas, y por increíble que parezca, nadie las está obligando a tocar esta música hippie de finales de los sesenta, ¡les gusta!
Dicen que les viene de haber escuchado a los cuatro sosos de Liverpool desde temprana edad. Ya sabía yo que nada bueno podía salir de ello. Hasta una de las tres reconoce haber llorado inconsolable cuando se enteró con dos décadas de retraso de la muerte de John Lennon, tss….
Dicen también que llevan cantando juntas desde muy pequeñas, con sus guitarras y ukeleles, y que esta sana costumbre se ha convertido en su actividad sin que se diesen realmente cuenta. Emily, Jessica y Camilia Brontë Staveley-Taylor se dieron a conocer más allá de su circulo familiar en 2010, al participar en la grabación del álbum Praise and Blame, de Tom Jones.
Dicen –es que son unas cotorras, fíjate, tres por el precio de una- que tienen mucha suerte, que se sienten arropadas por un montón de gente que admiran. Hicieron de telonero de Bon Iver, su equivalente masculino US, tocaron con Feist, y la cosa va viento en popa: cuando firmaron el contrato con su sello, con el avance sobre royalties pudieron “ir a comer una pizza con una botella de vino”. Una garrafa de Chianti con falsa paja de adorno, seguro.
Mañana tres de marzo saldrá su segundo álbum, If I Was. Sólo he podido rescatar el single Blood I Bled –tampoco he puesto mucho empeño en buscar más títulos-, y si te soy sincero, me gusta. Tienen una harmonía vocal indudablemente hermosa, a veces me recuerda la BSO de Hair. Muy bonito.
Hala, a dormir. Hay un virus que terminar de aniquilar.