En busca del roscón perdido. Esta mañana (por ayer) salí a la calle “temprano” para comprar un roscón. Así tengo tiempo de localizar el muñequito sorpresa, con escáner, sónar, microscopio de efecto túnel y si queda alguna duda sobre su posible paradero, con el de fuerza atómica, que a este no se le engaña, ni un futbolista italiano, para que veas. Pero al llegar a casa se me había olvidado el asunto, por dos motivos y una pregunta.

A la ida me encontré con uno de los indigentes que vive por la zona. No le veo a menudo y, siendo sincero, no le busco a toda costa, su aspecto físico provoca repelús. Siempre va vestido con el mismo albornoz, estemos con cinco bajo cero o a cuarenta grados. No siempre lleva zapatos y a veces lleva más ropa por debajo, aunque lo que llama la atención es esta prenda de baño, negra por la suciedad, y el pelo hirsuto a juego con la bata. Aunque parezca hiperactivo, no es nada agresivo, parece sumergido en un mundo que no podemos conceptualizar ni entender.

A la vuelta, a pocos metros de mi casa, me encontré con un señor del polo diametralmente opuesto. Bien vestido, peinado como un galán, sonrisa de buena persona, gestos pausados, se supone que educados y con criterio, este sesentón apuesto estaba amontonando grandes restos de Reyes, léase cajas, cartones, envoltorios, etc, justo al lado del contenedor de papeles. No miró si había sitio para meterlos dentro –yo sí lo hice y sí lo había-, directamente los dejo tirados en la acera, así tal cual, tan satisfecho con su idea de haber bajado el primero a la calle antes de que otros vecinos hiciesen lo mismo y se formara una montaña de residuos vergonzosos. Porque se va a formar, no lo dudes.

Así que regresé a casa preguntándome, ¿quién es el más sucio de los dos personajes con los que me encontré?

Uno lo es por fuera, otro por dentro. En el fondo ambos me dan pena, viven cada uno en su margen de una sociedad que hace lo que puede por integrarnos a todos, seguir evolucionando hacia un comportamiento colectivo responsable e inculcar una actitud cívica hecha de mil detalles pequeños al alcance de todos. Todos. Supongo que el de las uñas impolutas es consciente de ello, pero se lo pasa por el forro de su abrigo de cachemira, y eso me provoca una tremenda mala leche. Por cobardía no le dije nada y ya es tarde, siendo igual a cero la probabilidad de que lea esto. Que se vaya a la mierda él y su traje de rayas, sus grandes principios morales y sus probables criticas a los servicios de limpieza de la ciudad por estar en huelga.

Total, iba a hablar de música, concretamente de Mazzy Star, banda de folk rock de la escena alternativa yankee de los 90’s, pero este señor me ha quitado las ganas. Y eso que molan sus canciones, pero qué se le va a hacer. Fiouck, ojo con tu tensión.