Hoy –por ayer- iba a ser un día grande, de estos que te acuestas diciendo “coño Tomate, ha merecido la pena, te quiero mucho”, con auto palmaditas en la espalda y exaltación de la amistad conmigo mismo y toda la parafernalia propia de las celebraciones a pies juntillas. Hasta tenía previsto la tarta y la botella de champagne –bueno realmente no había tarta, sólo de lo otro-. Pero muy temprano por la mañana, mientras estaba yo desempolvando el traje y tratando de recordar cómo se hacía el nudo de corbata, salieron de no se sabe donde unos seres maléficos que lo anularon todo e imposibilitaron la gran celebración. Porca miseria. ¿Por qué?
¿Quién me odia tanto como para poner tantas chinitas en el camino? «I am a good tomato, please eat me» –bueno, es un decir-. Otra vez sin poder acostarme feliz con la conciencia tan ligerita. Otra vez arrastrando todo el peso de una aventura que sólo dios Elvis sabe si no ha sido otro enorme error, después de dieciocho meses en el desierto. Yo que pensaba haber guardado el traje de Calimero para los próximos 20.000 años. ¿Sabes? Este post no tiene mucho sentido la verdad.
Total, ya que estoy con el mosqueo, voy a ver si puedo hundirme un poco más. Por ejemplo rescatando una canción de uno de los cuatro sosos de Liverpool. Si vienes por aquí regularmente, sabrás que los Beatles no es lo mío. Podría escribir unos cuanto tomos para explicarme, The Fiouck’s Complete Saga, pero no corren buenos tiempos para este formato, ayer los de Enciclopedia Universalis anunciaron que tiraban la toalla, ante el imparable auge de Wikipedia.
Además la canción que te voy a proponer no es de ellos. Como mucho de uno de ellos. Pero ni eso, es de un tal James Ray. Otro que iba para grande, más que nada porque, como tu Tomate preferido, no lo tuvo fácil. Nació en Washington en 1941, murió veintitrés años después. Cuando digo que no lo tuvo fácil, a esto me refiero. Veintitrés. Hasta los inquilinos del Club de los 27 pudieron disfrutar cuatro años más.
James Ray no tuvo este gusto. Además los pocos años que estuvo on the road tampoco fueron un camino de rosas. Después de un primer single, Make Her Mine, que no tuvo el éxito esperado, estuvo viviendo una temporada en el techo de un edificio, hasta que un amigo le rescató para darle otra oportunidad. En 1961 se dio a conocer con If You Gotta Make of Fool of Somebody, un tema con el que entró en los charts, aún sin deslumbrar del todo.
Luego compuso y publicó Got My Mind Set On You. Tremenda canción, si te paras a pensarlo. Pero poco después, y si bien las fuentes no son del todo seguras, se murió de sobredosis. Mierda vida ¿verdad?. En 1962 The Beatles versionaron If You Gotta Make a Fool of Somebody, pero en aquella época –bendita- todavía no gozaban de suficiente popularidad como para convertir en oro todo lo que tocaban. James Ray tuvo que esperar a 1988 para renacer de sus cenizas, gracias a George Harrison, que llevó hasta el #1 de las listas UK el tema Got My Mind Set On You. Nada que decir, me encanta esta canción.
Qué gustazo para mis oídos 😉
Mi única concesión a los cuatro sosos! Bueno no, habrá otra, la tengo apuntada:-)