[Dale al reproductor, escuchar Ewa mientras vas leyendo esto le da sabor al post].
Como Fela Kuti ya no está en este mundo, le toca al mismo Tony Allen recordar a quien quiera escucharle que él es el padre del Afro Beat. La llave Allen –wow, qué bueno Fiouck, you are the milk- que desatascó un género impecable, mezclando Groove tradicional electrizante con letra comprometida y combativa. Kuti lo cantaba, Tony le daba ritmo, martillando sus percusiones como nadie lo ha hecho nunca.
De Tony Allen, el brujo de Lagos, batería extraterrestre y dios de las percusiones, se ha dicho de todo. Brian Eno le considera como el más grande. Fela, amigo y maestro, solía decir que “tener a Tony Allen a tu lado es como tener a cinco baterías a la vez”. Cuando enfermaba el músico, Fela Kuti no se inmutaba y directamente anulaba los conciertos, consciente de la imposibilidad de sustituirle.
Hoy Tony Allen tiene 74 años. En estos días se está publicando su nuevo álbum, Film of Life, con Damon Albarn de maestro de ceremonia. Parece que está mirando atrás. ¿Es 74 la edad para preguntarse por si el camino recorrido ha sido el correcto? ¿Es Film of Life una especie de testamento musical de uno de los grandes músicos de todos los tiempos?
Y yo qué sé. Pregúntaselo tú.
Tony Allen ha tenido una vida para llenar muchas charlas frente a la chimenea. Bueno igual la chimenea sobra, en Lagos la temperatura prácticamente nunca baja de 30 grados. De joven recuerda que se pasaba noches enteras viendo bandas tocar en clubs de la ex capital nigeriana -hoy es Abuja, gracias Fiouck-. Pasaba de los guitarristas, pianistas y bajos, a él lo que le interesaba desde siempre era el batería. Como cuenta en sus memorias “me importaba un pepino estar en el fondo y que nadie me viese, sólo quería tocar y ser el mejor”. ¿Cuántos pueden enorgullecerse de haber logrado el propósito que te marcas siendo quinceañero? La pregunta vale para también los no músicos ¿eh?.
La vida de Tony Allen está indudablemente asociada a la de Fela Kuti. Se conocieron a principios de los 60’s, después de que la momia real de Buckingham devolviera su soberanía al país. Los papeles se fijaron al instante y nunca cambiaron. Fela fue la figura visible de una reivindicación colectiva contra los males políticos de la séptima nación más poblada del mundo. Sufrió la represión de un estado que no sabía qué hacer con un artista internacionalmente conocido, querido y admirado, encarcelándole, liberándole y vuelta a empezar. Y detrás, dándole como un poseso, insuflando esa pulsación tribal secular a decenas de canciones de más de diez minutos, Tony Allen, el mago de las baquetas. Hasta que se cansó de la lucha de su amigo y decidió, a finales de los 70’s, marcharse para dedicarse únicamente a la música.
Habían empezado tocando lo que se llamaba High Life, una mezcla de jazz africano con calypso, un pre afrobeat poco pulido, algo basto. Vieron la luz al irse de gira a los Estados Unidos en 1968. Descubrieron las Black Panthers y Malcolm X, cosa que les llevó a reforzar, el primero su discurso, el segundo su juego. Una noche que habían tocado en una pequeña sala, uno del público se les acercó. Este fue el diálogo que siguió:
– ¿Queréis ganar dinero? Haced un KIS
– ¡¡¿¿Que le demos un beso a alguien!!??
– No, un KIS: Keep It Simple
Dice Tony Allen que este simple consejo cambió definitivamente su forma de acercarse a la música. Volvieron a Nigeria, triunfaron y dejaron su nombre en el obelisco a los héroes y leyendas de la música popular.