En la película La Boda de mi Mejor Amigo –Julia Roberts y Cameron Diaz, buf…-, hay una escena en la que un montón de gente con cara idiota y sonrisa forzada se pone a cantar I Say a Little Prayer for You, de Dionne Warwick, como si fuera la cosa más natural del mundo. Igual que en algunos anuncios en los que la gente se pone a bailar en la calle por su nuevo seguro de coche o una tarifa ADSL tirada. La escena es ridícula, en las bodas de la vida real, la gente se zampa las calorías de un mes y se pone borracho perdido, pero no hace estas cosas. Y todo esto por culpa de Rupert Everett, el confidente gay de Julia Roberts que empieza a improvisar cuando nadie le pedía nada.

Tan acostumbrado está el pobre Rupert a que nadie ya le pida nada. Lo tenía todo para triunfar pero la gloria se le escurrió de las manos. Hubo un momento en la vida de este artista en el que todo se torció; y desde entonces, quitando un hipo de fama con la película mencionada arriba, se ha quedado fuera de las quinielas. La verdad es que irrumpió en los 80s’ cual gay endomingado cuando Hollywood y el público –mayormente femenino- suspiraba por chicos cachas despeinados como Tom Cruise, Matt Dillon o Sean Penn.

Venía de su Reino Unido natal, donde acababa de triunfar con la película Otro País, tanto en un escenario como delante de las cámaras cuando se adaptó para el cine. Interpretaba el papel de un estudiante homosexual que aspira a ser nombrado responsable de una “casa” en el campus, debiendo luchar porque su orientación sexual no fuera un obstáculo. Su brillante actuación añadido al éxito de la película le convirtió de un día para el otro en el punto de mira del gremio. La leyenda cuenta que una noche en una discoteca, Andy Warhol cogió el pintalabios de Bianca Jagger para escribir I Love You en su frente. Oooh qué mono. Lo que sí es cierto es que en esta época recibió una llamada de Orson Welles, que le invitaba a venir para Estados Unidos para interpretar el papel de Orson Welles joven, en la película The Cradle Will Rock.

Mala suerte. Poco después de llegar a Los Angeles para encontrarse con algo así como Dios, falleció el cineasta y el pobre Rupert Everett se encontró sin plan B. Encadenó actuaciones en un montón de películas que en su mayoría salían directamente en vídeo, aunque contasen con Sharon Stone, Liam Neeson o Kathy Bates en el reparto. Hasta La Boda de mi Mejor Amigo, estrenada en 1999, no brilló, bien hay que decirlo.

En 1995 se convirtió en el modelo del perfume Opium, de Saint Laurent. También escribió un par de libros semi autobiográficos –en la versión en francés del segundo, llamado Los Peluqueros de Saint Tropez, la casa editorial ni se molestó en traducir el último capitulo, por lo que nadie en el país vecino se enteró del desenlace-. Propuso un montón de guiones, todos rechazados, como aquel en el que hacía de James Bond Gay. Salió oficialmente del armario a finales de los 90, pero metió la gamba hace pocos años al oponerse a las bodas entre personas del mismo sexo, lo que le convirtió en el blanco de la ira de sus colegas de sufrimiento. Pobre Rupert… ¿acaso hizo algo del que no avergonzarse?

Pues sí. Menos mal que Fiouck está aquí para sacar del baúl de los recuerdos a un 45t polvoriento. En 1986 –¿o será 1987?-, saca un álbum entero llamado Generation of Loneliness. Un álbum brillante, contra todo pronostico. Por desgracia -¿ha conocido algún momento de felicidad este pobre hombre?-, pasa completamente desapercibido, a pesar de contar con el mismo productor que Wham! Tuve el vinilo en su día, hoy sólo me queda aquel 45t. Y para rematar la faena, sólo encuentro uno mp3 para subir, el de la canción que daba título al disco, Generation of Loneliness. Me encanta, es pop rock talentoso, con letra agridulce, tan de actualidad.