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Povaya. Con todo esto –no sé muy bien el qué, sólo que abulta en el espacio y el tiempo-, se me olvidó en el post de ayer que era mi cumpleaños. Fíjate tú, el tomate más simpático de la huerta musical cumplió cincuenta y un años –escrito así, con letras, parece menos-, y tan pancho, sin querer matar a medio planeta. El año pasado sí que lo pasé mal, llegar a medio siglo es un palo [así lo escribía en este mismo blog]. Por cierto, ¿a qué viene esa sonrisita irónica cuando digo eso del “más simpático”? Yo que tú, estando a domingo y a puntito de tomarte el zumito antes de ir a misa, daba muestras de mansedumbre.
Me han regalado muchas cosas, por ser un good boy. Pero si me permites –es pura corrección, este es mi blog, te aguantas-, hoy me voy a hacer yo un regalo. Una canción, lógicamente no una cualquiera. Ni sé cómo no había salido todavía en los 598 posts anteriores. Descubrí esta semana, al escribir el post sobre Sinkane, que incomprensiblemente no la había publicado. He hecho múltiples búsquedas de muchas formas posibles para asegurarme de ello, pero al final va a ser que no, todavía no había hablado de Of Montreal y el tema The Past is a Grotesque Animal.
Decir que es una de mis canciones favoritas de todos mis/los tiempos, es poco. El ejercicio de escribir aquí a diario sobre música, me ha llevado muchas veces a pensar en una definición aceptable de “canción favorita”. Uno no puede tener razonablemente mil de ellas. Te pueden gustar miles de canciones, pero para que una destaque con el sello de “canción favorita”, ha de ser muy muy muy especial. Hoy, tengo la respuesta, por lo menos para The Past is a Grotesque Animal: se acerca lo más posible a la canción que yo sacaría, de tener aunque sea un poquito de talento para ello.
Cómo molaría ser el autor de esta canción. Imagínate en una cena de estas, en la que no conoces a nadie. Bueno, para hacerlo más sencillo, imagíname a mi. Ya estoy tomando el café y todavía no he mediado ni una palabra. De repente, mi vecino de la derecha –como hago de cincuentón antisocial me senté en un extremo para minimizar la interacción vecinal- gira medio cuerpo hacia mi y, posiblemente después de haber tirado la toalla con la idea de que su rubia de vecina le alegre la noche, me suelta el tan anhelado “¿a qué te dedicas?”. Y yo, triunfal, colocando la taza en su sitio para tener las manos libres, por si le tengo que romper la cara a este capullo “¿yo? Ya a nada, yo he cumplido con mi deber, ya he encontrado mi sitio en el largo camino emprendido por la humanidad”. El tipo me mira en plan “y por qué c… le pregunté esto cuando ya estábamos con el café, a cinco minutos de pirarme de este sitio de locos”, pero es un sufridor, o un idiota, hace una mueca con las cejas, indicando que quiere saber más acerca de la mierda puré que tengo en los sosos, y le digo : ”hace siete años creé la canción The Past is a Grotesque Animal”. Y le parto la cara, aunque sea por haberme tuteado, no te jode.
¿Por qué es grande? Porque es desgarradoramente rock, y larga. Ojo, no es una ecuación al uso, quiero decir que no por ser larga es grande. Es grande, porque a pesar de ser larga –¡doce minutos!-, consigue la hazaña de no parar de crecer en intensidad y emoción, a pesar de una estructura sencilla, sin estribillo. Es orgásmica y el milagro ocurre en cada escucha, porque lejos de sonar repetitiva, logra su propósito de hacernos olvidar el bucle de cuatro acordes tocados hasta el infinito.
Soy un loco de las canciones largas magistrales. Por mencionar sólo algunas que figuran en este blog, Hallogallo, de Neu!, Left Myself Behind, de Toy, Stop This Car, de Woodentops, El Hijo de Dios, de Nudozurdo, todas canciones de cerca de diez minutos que me gustaría que se estirasen hasta el fin de los tiempos. Pero por encima de todas, una de mis canciones favoritas, The Past is a Grotesque Animal, de los yankees de Of Montreal.
Hop, deja que acabe la canción, luego ya sabes, zumito y a misa.
Happy birthday Fiouck! The song fits you, it could have been made by a ♎.Make it yours without regrets. My birthday was the 25th. You introduced us Chin, who played with only one chord. (Very appropiate for my birhday, remind me of people with worst luck find hope and joy in life). About the kaiser (Karl Lagerfeld) I hope he was thinking about Hitler…who knows…
Happy Birthday too!
Vale, pensaba en otro Kaiser:-)
Cómo es la vida…esta misma canción escuchaba esta mañana mientras me duchaba…y me gustó, sorprendentemente. Vivimos en universos paralelos. 🙂 Por cierto, Felicidades Fiouck.
En la ducha? No es nada fácil de silbar…
Fantástica canción, Fiouck: con toda seguridad, la que más veces he escuchado en mi vida del grupo de Athens. Y ya que leo aquello que comentas de las canciones-río, ahí va una barbaridad que no sé si conoces, pero que a un tío con tan buen gusto como tú seguro que le chifla: los gloriosos 12:14 minutos de «Wham City» (Dan Deacon).
No la conocía… enorme!