La Lupe – Puro Teatro

La Lupe, o cómo equivocarse de dios y acabar mal.

Ja, me encanta mi ocurrencia, ahora la vas a entender. Es que cuando me lo propongo soy súper genial. Súper genial no, más. ¡¿ Queeeeeeeé ?!. Estamos a domingo, media España sigue roncando felizmente, así que digo lo que quiero.

¿De qué dioses hablo? De dos, primero el invertebrado gaseoso –copyright Einstein, el negado del peine- y segundo, el musical. La Lupe, que se sentía profundamente cubana y latina, había tratado de resistir toda su carrera como Reina del Soul Latino frente a la emergencia del rock US, con dios Elvis espatarrado en un altar repleto de hamburguesas. Prefirió abrazar la Santería –religión muy en boga en el caribe, mezcla de creencias católicas y tradición yoruba africana- y luego el cristianismo, con una devoción extrema en parte responsable de su caída en desgracia. Ay dioses, cuanta alma pérdida por su culpa…

¿Por qué se tienen que torcer las bonitas historias y los cuentos de hadas? Pena penita me da… Guadalupe Victoria Yolí Raymond nació en Santiago de Cuba en 1936. Desde muy pequeña había desarrollado grandes dotes para cantar, pero su padre, que trabajaba en la destilería de ron Bacardi, no flaqueaba a la hora de pensar en el futuro de su hija: sería profesora de primaria. Sin embargo, antes de cumplir mayoría de edad, se inscribió a escondidas en un concurso de canto en su ciudad natal. Como se retransmitía en la radio, su padre se enteró en directo de que su hija se había hecho con el primer premio. Consciente de que no podía oponerse mucho más, toda la familia se mudó a La Habana para que Guadalupe pudiera compaginar estudios y música. Nada más obtener su diploma de profesora de primaria, le anunció a su padre que pensaba dedicarse en pleno a su pasión.

Se ganó rápidamente cierta fama en los cabarets nocturnos de la capital. Nada más casarse con Yoyo Mesías, batería, montó con él y otra amiga el trio Los Tropicubas, un año antes de la revolución cubana. La formación ofrecía un estilo inhabitual para la isla, muy expresivo, casi agresivo. Tal vez demasiado ya que a la primera de cambios estalló el grupo. La Lupe se ganaba adeptos y detractores a la par, dividiendo la noche habanera en dos bloques: los devotos y los anti. En los anti estaba la nueva cúpula al mando de la isla, que veía en ella una artista poco compatible con el ideario revolucionario. Siguió actuando durante un par de años, época en la que se la bautizó definitivamente como La Lupe, publicó un par de discos, recibió un premio de la Revista Show en 1961, pero la ruptura definitiva con las autoridades se fraguó a raíz de su primera y única aparición en la tele cubana: en 1962, se vio forzada a marcharse.

la lupe

Primero a Mexico DF, luego donde todos los exiliados cubanos, Scarface City, y finalmente en Nueva York. Durante algo menos de quince años, La Lupe va a estar a la altura de las grandes de la música cubana -no por nada se ganó el mote de Queen of Latin Soul-, peleando con Celia Cruz para ostentar el cetro de la música latina. Una le daba al azucaaaaaaaar, otra al yiyiyi. Pero al poco tiempo de desembarcar en EEUU, La Lupe abrazó la Santería, consultando con cada vez mayor frecuencia a los dioses antes de cualquier actuación o toma de decisión. ¡Qué va a saber Dios de música latina! Total, en doce años dilapida un tesoro enorme, su voz, su talento, su energía, su empatía, sus amistades y amores. Después de editar muchos discos con los más grandes, en especial Tito Puente, y conocer la gloria y las lentejuelas, su reino empezó a tambalearse. Vio impotente como el fenómeno salsero de la segunda mitad de los 70’s se le escapaba completamente, en beneficio de Celia Cruz. Se marchó en 1980 a Puerto Rico, sin éxito, volvió sin una a Nueva York, vivió de subsidios públicos, vio cómo su casa se incendiaba, sufrió un accidente de coche que le dejó en silla de ruedas. Apenados, sus amigos le rindieron tributos y homenajes para recaudar fondos, y es cierto que el público la reclamó, pero después de recobrar movilidad en una visita a un pastor, abandonó la Santería para hacerse cristiana y dedicar el resto de su vida a editar soportes para evangelizar a las multitudes. Se la llevó un paro cardiaco en 1992.

Hay que ver cómo la mala fortuna se cebó con esta pobre mujer, qué poca misericordia con ella. Debió haberle hecho caso al otro, si lo decía muy bien: «Well it’s 1 for the money, 2 for the show, 3 get ready now go cat go». Venga, sube el volumen, luego zumito y a misa.

 

 

 

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