Acabo de leer una noticia que me ha dejado perplejo. Para que me entiendas, diré que, debido a la edad que tengo –te juro que no voy a hacer de calimero-, casi siempre he conocido a Irán y EEUU repartiéndose soplamocos. “¡Barbudo feo!”, “¡pues anda que tú, hijo de satán!”, “Allah la tiene pequeña”, “Bushiño, por el culo te la hinco”, ya ya, bueno, cosas así ya sabes, estamos entre gentlemen. La cosa remonta a 1980, cuando miles de barbudos feos retuvieron en su embajada a decenas de hijos de satán durante un buen rato. Desde entonces, como que no ha habido mucho acercamiento.
Pero resulta que ambos países se han descubierto un enemigo común, que está forzando la retoma del diálogo y por él que van a apartar esta ligeras discrepancias de los últimos cuarenta años. ¿De qué hablamos? Una entidad o figura de contorno todavía borroso, que da miedo hasta a las mentes políticas más pérfidas –me refiero a Cameron, que tiembla como una gallina, cuando lleva lustros haciendo de zorro-. Se les conoce sobre todo por sus siglas en ingles, IS, aunque en español, EI, suena igual de bien. Yo les llamo los HH, por “la Hez de la Humanidad”. Hacía mucho que una pandilla de criminales necios incultos no lograba crear tanta unanimidad a su alrededor. Si los políticos escuchasen un poco más de rock, podían haber adelantado estas nuevas relaciones hace ya algunos años, durante 4’40”.
4’40”, o lo que dura la única canción rescatable en la red, Autotomy, de la única banda rescatable de Teheran, The Plastic Wave. Hablar de rock underground, en Teherán, es como hablar de … de… [he buscado pero no he encontrado equivalente pertinente, así que lo vamos a dejar en que es como no hablar]. Así que, imagínate qué será de una banda rock iraní cuyo cantante es una mujer.
Maral Afsharian -así se llama esta ciudadana de Teherán-, ha estado años desafiando a un estado opresor y psico-rígido, omnipresente cuando se trata de defender la moral pública –y también la privada, la laboral, la oficiosa, la extra oficial, la de la cuarta dimensión y la de la madre que les parió-, tocando en una de las pocas bandas electro rock de la capital. El rock no es bienvenido en Irán -ni la pop music, pero esto no es necesariamente malo-. No hay leyes que lo prohíban de forma explícita, porque falta no les hace. La represión es tal que los pocos conciertos que se dan en el piso menos doce de la sociedad de la capital, se organizan en secreto, como si de una banda criminal preparando sus fechorías se tratara.
Como mucho Maral Afsharian podría cantar delante de un público femenino. Pero la música que realmente le gusta, ni hablar. Ella es fan de rock y garage, también de Depeche Mode, aunque con quien soñaría con tocar es Trent Reznor, de Nine Inch Nail, y Massive Attack. De pequeña le encantaba imitar a Madonna delante de sus padres. ¿Se les pasaría por la cabeza, a sus progenitores, llamar a la policía religiosa? Ays no me chilles, lo decía por Madonna, no por cantar música prohibida. Alguna vez pisó el suelo de la cárcel con su comparsa de la banda, Saeid Nadjafi, por ser residentes habituales de este piso menos doce. Desde Estados Unidos les invitaron a participar en el festival The Impossible Music Sessions, pero después de repetir durante meses para tal ocasión, al final las autoridades no les dieron el visado de salida. Les sustituyó Cruel Black Dove para la ocasión, aunque obviamente no es lo mismo.
Hoy The Plastic Wave se ha disuelto. No se sabe mucho de Saeid, pero ella logró establecerse en Estados Unidos. Prosiguió su aventura musical, aunque no parece muy exitosa la cosa. En 2010 recibió un premio en uno de los certámenes de música indie más importante, Avima, y luego, poco más. Una buena ocasión perdida de crear lazos. Ahora a pelear contra HH.
La historia muy bonita, pero su música ni fu ni fa. La agradable sorpresa fué pinchar en el enlace de Phildel, The disappearance of the girl. Era justo lo que necesitaba hoy, y ya lo sabes, nada es casualidad.
Ala, a buscarla en YouTube y seguir disfrutando un rato más hasta que vuelva a conciliar el sueño.
Pero para ser de Teherán, donde no llegará mucha música occidental, menos aún rock, me parece todo un logro.
Phildel tampoco lo tuvo fácil con este pedazo de hijo de la g… p… de padrastro.
con la represion religioso/politico/social que hay alli,nazcan grupos de estas caracteristicas,es un milagro!!!viva la musica¡¡¡
Pues sí, quitémonos el sombrero..