Llevaba tiempo queriendo hablar de Jean Jacques Perrey, francés de 85 años, pionero de la música electrónica con algunos más. Algo ya conté de él, en un post sobre su comparsa durante algunos años, el americano Gershon Kingsley, autor sin Perrey de Pop-Corn, la canción que pone los pelos de punta a la gente de mi quinta.
Perrey fue el principal embajador de la ondiolina, especie de órgano electrónico funcionando con tubos al vacío. Un tubo al vacío se parece a una bombilla de incandescencia, pero no se utiliza para alumbrar nuestras casas, sino para iluminar nuestras vidas -oooh qué bonito Fiouck-, gracias al efecto termoiónico –y yo qué sé, no preguntes-. Total, gracias a estos tubos al vacio, Perrey logra crear bucles de sonidos, con secuencias y ondas, y componer pequeñas piezas de música que para la época –mediados de los 50- eran lo más parecido a escuchar un OVNI aterrizando en los Campos Elíseos.
Rápidamente consigue gran notoriedad en toda Europa. Sus numerosos viajes para actuar ante públicos asombrados y de paso vender un máximo número de ondiolinas le llevan a ser presentado a Charles Trenet y la mismísima Piaf, a los que acompaña a veces en concierto. Edith Piaf es quien le presenta a un productor americano, Caroll Bratman, que, entusiasmado, invita al creador a presentarlo en los US –el mundo al revés-. Allí conoce un éxito más apabullante todavía –a ver, entendámonos, apabullante quiere decir que igual había cincuenta personas en cada representación-, y empieza a componer cuñas publicitarias, pequeños temas para radio y tele.
En 1964 conoce a Gershon. Juntos, serán los primeros en utilizar un Moog, uno de los primeros sintetizadores musicales, del nombre de su creador, Robert Moog. Este aparato tuvo mucho éxito en el mercado, gracias a su precio tirado. Pero tirado tirado, sólo costaba 11.000 dólares de la época –puedes multiplicar por diez para tener una idea de lo que costaría hoy-, frente a los cien mil dólares que costaban los dispositivos fabricados por RCA. El dúo fue el primero en componer un disco entero con música creada a partir del Moog, The In Sounds From Way Out, en 1966.
Luego se separaron, cada uno con su camino. Kingsley compuso Pop Corn en solitario y conoció la gloria, mientras que Perrey se adentró un poco más en la investigación sobre música electrónica y hoy nadie le recuerda. Me paso, casi nadie. Volvió a Europa y allí conoció a un tal Jean Courtois, ventrílocuo, con el que se asoció para montar giras con sus espectáculos cómicos. En la tele francesa tuvieron bastante éxito pero si yo no me acuerdo es que hace realmente muchos años. Cuando decidieron poner fin a su colaboración, Courtois se fue a vivir a Tailandia, y para agradecerle todos estos años de risas, Perrey le regaló una canción, que curiosamente, se convirtió en un exitazo en las discotecas de Pataya y Bangkok. Por desgracia no sé más y no logro dar con el tema. Hoy Perrey sigue con la misma energía que siempre, a sus 85 años desprende una vitalidad y una curiosidad –colaboró con Air para la canción Cosmic Bird– sin límite. Es un tipo feliz, da gusto verle contar su vida y lo que no dejan de ser hazañas.
En 1970, publicó lo que queda como su mejor disco, Moog Indigo, lúdico y alegre. Contiene su principal éxito, E.V.A., sampleado y remixado numerosas veces, en especial por Gang Starr y Fatboy Slim. Música ligera perfecta para un sábado de logística casera.
Fantástica recomendación! Ahí dejo por si a alguno le interesa ese Cosmic Bird que comentas: el enésimo capítulo de coincidencias con el sr. Fiouck.
http://thesongswelove.wordpress.com/2013/01/12/cosmic-bird-air-jean-jacques-perrey/
A ver lo que va a opinar la gente, es harto sospechoso, ¿no? 🙂
Pues otro que nos deja…. ¿cuántos van este año? Vale que Perrey no es Bowie o Prince, pero estamos seguros de que hubiesen existido de no ser por artistas y músicos como Perrey?
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