Suicidez-vous, Le Peuple Est Mort –Suicidense, El Pueblo Ha Muerto-. Esta canción de 1981, con tan llamativo título, no tuvo el éxito esperado por su compositor e intérprete, Jean Louis Murat. Encima desde entonces arrastra una mala fama, la de haber llevado una adolescente a tomarse el título al pie de la letra. Una canción marcada con el sello de la infamia, dicen. Según qué es la infamia. El voto del domingo en Francia sí me huele a infamia. Francia es un país enfermo, hace mucho que ha dejado de ser el motor de nada. Va a rastras, de lo peor. Destierro la canción, su título me parece tan apropiado.
Jean Louis Murat es muy francés. No sólo por ser nativo de la parte más central del país –un enclave muy aislado, a cincuenta kms de Clermont Ferrand, patria del neumático del Bibendum-, sino por los aires un pelín altivos que se da. Tiene su legión de fans –a la baja, por lo que he podido leer por ahí- y una legión no menos nutrida de detractores, al que irritan sobremanera sus cartas de intención. Y alguna que otra declaración sobre el estado de descomposición de los ciudadanos del país vecino. Yo ya no sé dónde situarme. En su día llegué a tener el vinilo y el cassette de su tercer álbum, Cheyenne Autumn, con el que se dio a conocer e inició una carrera de artista torturado maniaco depresivo a lo Rimbaud. Luego me vine para España y le perdí un poco la pista creativa.
En 1989, con treinta y cinco años y después de una larga travesía del desierto, Jean Louis Murat reaparece con un álbum encandilador, pequeña joya intimista y melancólica, voz cálida, arreglos pop, letra digna. Volvía de lejos. Niño introvertido –la región en la que creció y sigue viviendo no da para mucha alegría-, sólo apasionado por la música, se casó con diecisiete años, fue padre con dieciocho, se divorció con diecinueve y se marchó con veinte. Cual Jack Kerouac con boina y baguette, como dirían los ingleses, recorrió las carreteras galas viviendo de pequeños empleos, mientras leía toda la literatura romántica y atormentada de Nabokov, Wilde y D.H. Lawrence. Con veintitrés regresó a su pueblo de Murat Le Quaire –de ahí su apellido-, 475 habitantes en el último censo de 2011. Y decidió que de la música viviría. Olé tú.
Lo intentó en varias ocasiones, pero todos sus singles, EP’s y discos cayeron en el olvido nada más salir a la luz. Y eso que tuvo a un padrino de lujo, William Sheller, otro cantante francés con más suerte –¿y más talento?-, del que hablé hace algunos meses en este mismo blog. De Suicidez-vous Le Peuple Est Mort a Cheyenne Autumn, ocho años sumamente desesperantes para un ego con tendencia a inflarse. Cuando le llaman de Virgin en 1987, Murat se está preparando para irse a Australia –el bush, tanto vacío, sufrir en silencio-. Una última canción antes de tirar la toalla, Si je devais manquer de toi, que se convierte en relativo éxito. Enseguida saca una segunda canción, Te garder près de moi, que confirma el cambio de rumbo en su carrera. Pocos meses después saca el álbum Cheyenne Autumn que vende más de 100 mil ejemplares. Catorce canciones de pop elegante, intimistas y melancólicas, melodías simples pero efectivas, arreglos de lujo. Un disco para escuchar cuando te duele todo. Sobre todo mi preferida, Paradis Perdus. Paraísos perdidos…
[Wordpress ha cambiado el reproductor de música, parece que de momento no va en Firefox, pero si con Chrome y Safari, lo lamento.]
Hola Fiouck: escuché todo el disco. Me estoy haciendo adicta a tu gusto musical. Abro el correo y te escucho acá lejos, en el culo del mundo.
Aquí se puede escuchar todo el disco de Murat (Cheyenne..):
http://www.ritmic.com/jean-louis-murat-8245/si-je-devais-manquer-toi-3581763.html
Pues muchas gracias. Y dónde es eso el culo del mundo?
surazo chileno. Al sur del sur.
Alacaluf?