Van a creer que tengo una fijación harto sospechosa con Miss Bistec, la del pedo en la cara. La verdad es que no, hace ya tiempo que ha dejado de preocuparme, porque hace tiempo que ha demostrado que no tienen remedio sus paridas a dos euros el paquete de cincuenta. Pero ayer me volvieron a echar en cara mi ataque a Miss Lomo Alto, diciéndome que no veía que era una provocadora. Esto sí que me enerva. What the fuck Miss T Bone Steack va a ser provocadora? Por cubrirse de ridículo con trocitos de bovinos? Por llevar cutres sombreros de varios miles de euros? Por dejarse fotografiar desnuda tapándose el pecho y el pubis con las manos? Por supuestamente ensalzar la burqa en la canción del mismo nombre? En 2014 se tiende a confundir entre provocación y marketing milimétrico. No estaría mal volver unos cuantos años atrás – más de treinta y cinco- y aprender de quien fue sin duda la cantante más provocadora de la historia de la música popular, Wendy O. Williams.
[Ojo, antes de ir más allá, sólo quiero puntualizar que provocación no tiene nada que ver con talento ni nada del estilo, pero sí que requiere unas agallas que la Miss Bife Ancho no tiene. De hecho ni sabe lo que son agallas. Pensará que es una red social para ganar fans y garantizar ventas.]
A Wendy O. Williams, nacida en Rochester, NY, en 1949, nada le predisponía a convertirse en The Queen of Shock Rock. Había estudiado danza, claque exactamente, pero con la llegada de la era hippie, se perdió un poco –mucho-, para terminar vagueando en Europa a principios de los 70’s. Volvió sin rumbo a Nueva York y para comer se metió de dominadora latex en un espectáculo erótico porno de un teatro de la calle 42 de Manhattan. Un día, Rod Swenson, que hacía de manager y pintor vanguardista, la descubre durante su representación –la historia no dice si había venido para que le dominen-, y le propone integrar una banda punky, liderada por el guitarrista Jean Beauvoir –ay que ver-, llamada Plasmatics. Wendy O. Williams, WOW para los íntimos, acepta la propuesta y a modo de regalo de bienvenida, se inventa un lema que va a hacer historia: Tetas, Culos, Rock’n’Roll. Estamos en 1976.
The Plasmatics ocuparon durante algunos años los medios con sus fechorías en los escenarios. El espectáculo que montaban en sus conciertos iba más allá de la música punk que supuestamente era la suya. Las explosiones de coches, las destrucciones de guitarras y televisores con sierras eléctricas, finalmente no eran nada comparado con el comportamiento licencioso de la cantante. Solía subirse al escenario vestida únicamente de unas botas, unas bragas y unos trocitos de papel celo negro para taparse los pezones –uno tiene sus modales-. Muchas veces acompañaba las canciones con sesiones masturbatorias, utilizando cualquier artilugio para simular el acto. Fueron huéspedes regulares de la sala CBGB de Nueva York, dando conciertos que aglutinaban a más público que cualquier otra banda en la época, y en los que WOW pasaba la mayor parte del tiempo midiendo su talla de pecho y probando la firmeza de las baquetas del pobre batería que tenía que prever unos cuantos juegos de las mismas.
En enero de 1981, después de haber sido arrestada una primera vez por la policía de Cleveland durante una actuación en esta ciudad, se dispuso a dar un nuevo concierto en Milwaukee, en el que retomar sus particulares abluciones íntimas, pero nuevamente intervino la policía. Aquella noche acabó mal, a la cantante la policía le metió tal paliza en el escenario que necesitó de doce puntos en la cara. A su manager le dejaron también tendido inconsciente en el suelo. Aquella violenta trifulca les inspiró poco más tarde uno de sus temas más famosos, Pig is a Pig.
La carrera musical de la banda no duró mucho, contó sobre todo el primer álbum, de 1977, New Hope for the Wretched, cuyo vinilo guardo como una reliquia de otra época. Nada del otro mundo musicalmente, sobre todo si no te gusta la música punk. Pero c…, lo quieras o no, esto sí era provocación.
La pobre Wendy terminó acertando en su tercer intento de suicidio en 1998….
Y nadie se inmutó, porca miseria…