Hubo una época, remota y bendita, en la que la vida era mucho más sencilla, jatetu, una época en la que Schweppes no tenía competencia. Cero Patato. No sé aquí, pero en mi país de cuando era joven, cuando pedías un Gin Tonic, no hacía falta añadir nada más, era una Schweppes por descontado y te despreocupabas. Ahora cualquier camarero medianamente espabilado te sirve un catálogo de posibles tónicas más larga que la lista de pretendientes al trono de la calle Ferraz. Y no para ahí la cosa, te describe cada una con todo lujo de detalle, estableciendo maridajes entre ginebras y tónicas y haciendo el poeta con armonías y palabras que no estaban en su diccionario dos horas antes. Y todo eso porque a un ex tres estrellas Michelin le dio por ir de listillo proponiendo una tónica nueva… que sembró el caos. Con lo tranquilo que estábamos en los 80’s, disfrutando de los anuncios TV de Schweppes, que se podía permitir cuñas publicitarias de un minuto, en las que montaban fiestas en Copacabana con brasileñas y culetes de infarto al son de la agridulce Essa Moça Ta Diferente, de Chico Buarque.
Francisco Buarque de Hollanda había nacido en 1944 en Sao Paulo, en el seno de una familia de intelectuales –su padre era uno de los historiadores y escritores más afamado del Brasil moderno-, con artistas, músicos, poetas y pensadores progresistas hasta en la sopa. Como Vinicius de Moraes, parroquiano de la casa Buarque, que inició al pequeño Chico en las sonoridades de la Bossa. Años más tarde, el joven, que iba para arquitecto, lo dejó finalmente todo para abrazar una carrera de músico y seguir los pasos de Joao Gilberto y Antonio Carlos Jobim hasta los bares de la ciudad en los que dio sus primeros recitales. En 1965, con apenas cero experiencia quitando estas pocas representaciones, saca un primer disco, Pedro Pedreiro, compuesto para una obra de teatro y que no se quedó en los manuales, a pesar de que tres de los temas del disco los interpretó Nara Leao, en aquel momento la reina de la nueva bossa. En 1966, con tan sólo veintiún años, conoce su primer gran éxito, con la canción A Banda, un tema ganador de un concurso musical de la tele brasileña, llamado TV Record. Instantáneamente, su cara de joven guapetón lo convierte en el yerno perfecto de millones de madres que suspiran porque su hija le traiga para casa.
Dos años más tarde, demuestra que va en serio, que su aspecto liso es sólo una fachada, y en plena dictadura militar –después de un golpe de estado en 1964, sí sí sé que lo sabes y te acuerdas perfectamente- monta un espectáculo, Roda Viva, un tanto subversivo según los criterios de las autoridades de la época –hoy hasta Gallardón bostezaría- que le conducen directo a la cárcel, en la que se queda unos días. Con este episodio heroico, se forja una legitimidad política y un reconocimiento popular que lo convierten en uno de los grandes músicos del país. Sin embargo, ante una situación política cada vez más deprimente para los artistas, se marcha de Brasil y se establece durante unos meses en Italia. A su vuelta, la chanson brasileña está diezmada, entre los cantantes encarcelados o exiliados y los pocos que se han quedado, amordazados por los militares. Componer y publicar evitando la censura se convierte en un arte en el que Chico Buarque destaca. Su canción A pesar de Você –A pesar de ti-, grabada en 1970, se convierte en todo un himno contra la dictadura.
En 1971 se publica su disco Construçao. El joven Chico ha madurado por culpa de la situación social y económica del país. Su romantismo de años atrás deja el paso a un compromiso político, bajo la lupa omnipresente de las autoridades. La atmósfera del disco, repleta de emoción y de lirismo, lo ha convertido en su obra más personal, menos ligera, aquel con el que se quedan sus fans de toda la vida. Durante los años siguientes, sigue componiendo y colaborando con los más grandes, como Gilberto Gil –el tema Calice-, o Milton Nascimento con el que crean la legendaria O Que Sera.
Algunos años después de que el Brasil recuperara la democracia, LA marca de tónica mundial se hizo con los derechos de una canción grabada en 1969, Essa Moça Ta Diferente. Realizaron una cuña publicitaria de distintas duraciones. En el cine se podía disfrutar de la más larga, de 2’23”, nunca nos cansábamos de ver el spot y de escuchar la canción. Ays estas brasileñas… Vendió millones de copias del ella. Una bonita revancha.
Chico Buarque es de Rio de Janeiro 🙂
Cierto es! Ni sé por qué puse Sai Paulo. Además estos culetes están claramente en Rio, no en Sao Paulo:-)
He llegado aquí desde el post de la Garota a preguntarme por qué no has puesto, Tomate, la versión de Construçao que sale en el disco del mismo título. Hasta el minuto dos, recuerdo, es una pura gloria. Luego hay un destrozo espantoso del productor, pero ese ya es otro asunto.
Decía esto porque en ninguna de las demás versiones he encontrado lo que sea que tiene esa. También porque Chico, en directo, siempre me parece muy poco seguro con la voz. No sé, ¿no podrían editar el disco original y borrar las pistas de esos arreglos a lo James Bond…?
Ays PST, hijo, hay cantidad de cosas que no sé por qué las hago, y otras muchas que no sé por qué las hacen. Cuando llegue a 1.000, tú tomarás el relevo de 1.001 a 2.000 y yo haré estas preguntas, ya verás :-)))
Gracias por seguirme con tanta asiduidad.
No era una pregunta de verdad, fiouck. Tus elecciones aleatorias tienen todo mi respeto :-)). Además, a mi me cuesta hacer una birriosa entrada mensual.
Más que la música, que también, sigo con asiduidad tus parrafadas. Son güenas.
Qué envidia me das, una entrada mensual… buf… mi mamaaaa, quiero mi mamaaaa