The Boomtown Rats, o lo que es lo mismo, su alma máter, Bob Geldof. Empezó rabioso y terminó meloso. Nació en un entorno más que humilde –Irlanda, tierra áspera, ruda y hosca pero cuna de grandes figuras de la literatura y la cultura y de borracheras saludables-, terminó con un melón enorme como activista incansable, defensor de causas nobles, a la vez que empresario exitoso en el sector de los medios TV y la informática. Un pelín irritante, aunque entiendo que uno no vive del agua de lluvia, y que es muy fácil criticar cuando –hablo por mi- uno se limita a una aportación anual a la Cruz Roja y a la Wikipedia –yaaaa, ¿y qué?-, y a otras más puntuales a otros iniciativas socialmente comprometidas.
Robert Frederick Zenon Geldof. Es curioso como a veces cuando uno no tiene nada, le transmite a sus retoños una serie de nombres para parecer descendientes directos de la más poderosa dinastía industrial y burguesa de algún estado improbable, EEUU por ejemplo. Total, al rato ya le llamaban Bob. Padre vendedor ambulante, madre fallecida cuando tenía siete años, mal alumno, nieto de un cocinero belga y de una judía londinense, Bob Geldof se buscó la vida desde muy joven. Fue matador de reses en un matadero, peón de carreteras y envasador de guisantes. Desembarcó un día en Canadá, y allí –la suerte no lo es siempre todo- encontró un pequeño job como critico musical en una publicación semanal de Vancouver, Georgia Straight. En 1975 vuelve a Irlanda, y ahí baja al underground de Dublín para montar su propio grupo, con otros cinco músicos, todos oriondos de Dún Laoghaire, ciudad natal de Bob. Para su primer concierto, se subieron al escenario como The Nighlife Thugs –algo así como los matones de la vida nocturna- pero para los siguientes tuvieron que cambiar, ante las amenazas de abandono por parte de algún miembro de mantenerse el nombre. Así nació The Boomtown Rats –Las Ratas de la ciudad con rápido crecimiento, francamente no sé dónde está la mejora-. Sale un primer single, Looking After Number One, tema punk del bueno, rabioso pero bien tocado. Estamos en agosto del 77, un sol radiante inunda Dublín durante 14 minutos y la temperatura se acerca peligrosamente a los veinte grados. Desbordados por una repentina alegría, la banda se marcha a Londres.
Después de un primer álbum bien recibido, homónimo, publican rápidamente un segundo, A Tonic For The Troops, con un sonido menos punk y más new wave y una de las portadas más emblemáticas de esta época. Contiene el primer hit del grupo, Rat Trap, de noviembre de 1978. Sube hasta el #1 de los charts ingleses desbancando a la canción Summer Nights, de John Travolta –cienciólogo de los c…- y Olivia Newton John. Sigue una gira por UK que Billboard calificó como la tercera gira más grande después de la de Queen y ELO. En 1979 le toca el turno a un tercer disco –seguirán otros tres-, The Fine Art of Surfacing, que les consagra como una de las mejores bandas rock de finales de los 70’s. Se sigue suavizando el sonido, las canciones son más pop rock, como en el mega hit I Don’t Like Mondays. La canción se vio envuelta en una agria polémica, por estar basada en un hecho real, la historia de Brenda Ann Spencer, que con tan sólo dieciséis años, provocó un tiroteo en su colegio en los US, llegando a matar a dos adultos e hiriendo a muchos niños, y que declaró, al arrestarle, que los lunes se aburría –la chiquilla en cuestión sigue en la cárcel, se le han denegado cuatro peticiones de puesta en libertad anticipada, habiéndose programado la próxima audiencia para 2019-.
En 1981, Bob Geldof se adentra por primera vez en su segunda vida, la dedicada a las grandes causas humanitarias, participando en un concierto organizado en 1981 por Amnesty International, dirigido por John Cleese, de los Monthy Python y rodado por Julien Temple. Tocaron aquel día Sting, Bob Geldog, Eric Clapton, Phil Colins y Midge Ure –Ultravox-. Tres años más tarde, viendo un reportaje en la BBC sobre la hambruna que azotaba Etiopia, decide moverse y crear una canción con un par de amigos para recaudar fondos. Lo que estaba lejos de imaginar aquella noche es la importancia que adquiriera su decisión. Primero con la iniciativa Band Aid y la canción Do They Know It’s Christmas, con su amigo Midge Ure, del que vendieron tres millones de copias sólo en UK, convirtiéndose el single en el más vendido de la historia en este país. Como los yankees no podían quedarse atrás, basándose en el Band Aid, lanzaron el Live Aid y el tema We are the World. En 1985, se realizaron unos macro conciertos en Wembley y en Filadelfia para unificar ambas corrientes y la recaudación, que se estimó llegó a más de 250 millones de dólares.
A partir de ahí, Bob Geldof siempre estuvo al acecho, conocido como el activista del gran corazón, en especial luchando sin parar contra el G8 para resolver el nivel de endeudamiento de los países pobres, cuyas finanzas no dan ni para pagar los intereses que les impide salir de la miseria. No le echemos la piedra a Bob Geldof por posibles errores, ha hecho mucho más que otro colega irlandés suyo, aunque sin salir casi nunca en la foto en cenas benéficas abrazado con los poderosos del planeta.
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