Chinawoman, mujer sí, china no. Es canadiense, de origen ruso, afincada en Berlín y toda una estrella en los países del este. Canta como Marlene Dietrich, cuando esto de “países del este” todavía no había cobrado sentido. O como Soap & Skin, cuando ya ha dejado de tenerlo. Artista atemporal, o fuera del tiempo, que no es exactamente lo mismo. Matices…

Le descubrí brevemente hace un par de años, pero luego me olvidé. Me olvido de tantas cosas, me llaman el pececito. Prefiero Tomate cretino, dicho sea de paso. Pero ayer me recordaron que tenía su sitio aquí. Y volví a caer bajo el encanto de esta voz. La Leonard Cohen femenina. Y fíjate si no me gusta el Leonardiño.

Pero Chinawoman es otra cosa, por dios esta voz. Baja, tan baja, que te arrastra. Ooooh. Party Girl, i’m a party girl, crazy girl, sexy girl, I used to be so fragile but now i’m so wild. Música despojada –sonidos que evocan The Cure de la trilogía sagrada- y la voz triste y cansada de Chinawoman. Magnífica. I can dance, i can drink, in the dark, it’s all a trick.

Lovers are Strangers. Misma receta, mismos efectos. Marlene is back. Qué emoción. Y Russian Ballerina, donde habla de su madre, ex bailarina del Kirov; To be with others, Show me the face, Woman is Still a Woman, todas canciones no especialmente tristes, simplemente lentas y emocionantes.

Perfectas para acompañar el ruido monótono de los limpia parabrisas. Ayer tiró la toalla el verano, exhausto, el muy cobarde. Cómo odio esta lluvia y el cielo plomizo. Es urgente que me encuentre un lugar donde el sol no flaquee nunca. Me llevaré al álbum de Chinawoman, funciona igual con alpargatas y camiseta con manchas de mojito.