Ratatat – Magnifique

En el fondo yo no sé hablar de música. Sonidos, sonoridad, acordes, movimientos, variaciones, partituras, estilos, inspiraciones, influencias, influenciados… si muchas veces hasta me cuesta reconocer los instrumentos, sobre todo cuando se trata de decir si es uno de verdad o su versión Macbook. Hay gente que ha nacido para ello, como SrHelvetica en su blog The Songs We Love, es capaz de disecar hasta la extenuación -bueno, yo me moriría- una única canción, en un ejercicio bi semanal que se queda a muy lejos de mi alcance.

Yo me quedo con los músicos. Una mancha de vomito en una camiseta rasgada me habla mucho más que una pedal wah-wah. Orígenes, primeros pasos y tropiezos, ganas, miedos, desilusiones, excesos, sex & drugs & rock’n’roll. Y la voz, naturalmente. Todas estas facetas con las anécdotas que acompañan y que dejan un rastro indeleble en el gran libro de la música popular. Gloria o fracaso, wiki o wtf, #1 o ceros a la izquierda, no me importa mientras provoquen algo.

Así que cuando me decido por un artista con ropa pasada por Vanish Gold y planchada con Mimosín, lo tengo crudo para hablar de él. Los lisos son aburridos, con más razón si tocan música electrónica y si no cantan. Como el dúo de Ratatat: neoyorquinos, blancuchos, limpitos –la barba festivalera no engaña-, centrados en sus sonidos y el nivel de batería del Macbook. Para darse aires, al margen del programa de edición musical, añaden una guitarra de verdad, aunque por una extraña razón, hacen que ésta pase primero por el ordenador. Total, ¿por qué se molestarán?

Ratatat - Magnifique

Y no cantan. Uno le da a las teclitas y el otro a las cuerdecillas, pero a ninguno se le ha ocurrido añadir letra y voces a sus composiciones. Si estuvieran con su primer disco, diría que «ya cambiarán, pronto se les pasará la tontería”. Pero hete aquí que mañana se publica su quinto álbum de estudio, Magnifique.

Magnifique es exagerado. Curioso es más apropiado, no desprovisto de interés. Parece que el post de hoy sólo les pone a parir, cuando en realidad sí que me llaman la atención. Doce temas instrumentales podrían aburrir de verdad, pero consiguen variar lo suficiente como para escuchar sin dormirte las cuatro canciones que te dejo. Lo que sí es cierto, es que suena como el cuarto disco, que ya sonaba como el tercero, y así hasta los orígenes del combo. Y todos bien podrían ser de Joe Satriani.

En el fondo ¿para qué cambiar un modelo que funciona? Para el ego y la auto-satisfacción tienen a una legión de fans que le dan frenéticamente al botón I Like o que retuitean declaraciones sin gran interés. Y para el estomago, se han convertido en una fuente inagotable de bandas sonoras de cuñas publicitarias y de sintonías radiofónicas y televisivas. El nuevo El Dorado de los músicos. No seré yo quien les eche la primera piedra, pero por dios, ¡que se pongan a cantar!

 

 

 

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