Tomate asténico. El típico día en el que me encuentro con cero gana de redactar la entrada que estás leyendo y encima con una pequeñísima ventana de tiempo si no quiero estar de noche frente al Mac. Como no quería perder ni un minuto eligiendo al artista del día, me decidí por el primero que me encontré por ahí. Bien ahí Fiouck, dije. Era sin contar con lo liso del músico en cuestión.
Pff… Benjamin Garrett, alias Fryars, sólo tiene veinticuatro años y bien poco que contar. Mejor dicho, le ha pasado tan poquita cosa en la vida que se avecina un post aburrido. Y no puedo escribir a gusto si no hay forma de soltar mis habituales chorradas.
Con su primer álbum, Dark Young Hearts, publicado hace ya más de cinco años, una parte de la prensa especializada vio en él un futuro grande –se referirían a cuánto mide, otra cosa no puede ser– pero luego perdió un lustro en sacar su segundo trabajo, por un enfrentamiento con su sello. Eso cuentan los medios, pero nadie dice realmente qué pasó, cuando debería ser la parte con más relieve de su carrera. Me resultaría simpático de ser por haberse levantado la pareja del jefe o por haber vomitado una resaca sanferminal en la mesa del mismo.
Pero digamos que no sabemos y que no sabremos nunca, así que vamos allá. En estos cinco años de espera, colaboró con Lily Allen y Mika, subió a las redes alguna cancioncilla para pasar el rato hasta que el año pasado por fin salió Power, el segundo álbum del joven. Una mezcla de pop con tintes melancólicos, R’n’B ligera, electrónica soft. Bonita voz eso sí, y unos arreglos perfectos –un lustro da mucho de sí para pensarse bien los efectillos-, pero en definitiva una música más decorosa que otra cosa.
Podría ser la típica banda sonora de película indie, o peor, de un anuncio de coches, de estos que van por carreteras, puentes y caminos a los que ni tú ni yo llegamos nunca -¿las construirán para el rodaje?-. Ojo que el disco no es malo ni mucho menos. Es perfecto para establecer la lista de la compra por ejemplo. No digas que no pienso en ti.
El resultado es un poco frustrante. Música elegante y bien hecha, pero un poco lisa y a la que le falta emoción. Se salva China Voyage, la más bonita de todas. No es imposible que la meta en mi móvil, por si las moscas. Empieza por ella, luego no importa si se va la luz.
Nada que ver, pero la de China Voyage me hizo recordar a la de Forbidden Colours de Sylvian & Sakamoto….Y no sé porque!
Yo tampoco!