En los US de vez en cuando se levantan voces en contra del rap sucio. El rap que se nutre de la violencia callejera y la regurgita en versos de dos duros. El rap que sólo funciona a golpe de talonario –las extras de pecho abundante que salen en los videoclips cuestan una barbaridad-. Pero ya que hablamos de un circo, apostaría una copita de rueda a que lo que pretenden estas voces es justo lo contrario, fomentar la veneración por lo violento, machista y ordinario de los raperos.
Si no, cómo explicar la que se está armando alrededor de Chief Keef. Con justo veinte años, este rapero de Chicago tiene un historial económico delictivo que sonrojaría al mismísimo MC Bárcenas. Yo sé poco de rap –según cómo me levanto lo veo como un género vital o un circo infantil-, pero algo de números sé y de antecedentes penales también. Ays, no, descuida, Fiouck está impoluto, simplemente he tenido que solicitar el mío para contestar un requerimiento de una institución oficial de la que dependo para mi actual negocio.
Números. Con diecisiete años, allá por 2011, Chief Keef –más comúnmente llamado Keith Cozart por las autoridades judiciales americanas alas que no le van los motes- posteó algunos temas en su cuenta Youtube y la cosa se incendió. Lo suyo es un rap sin ringorrango ni complacencia. Habla de la calle, la suya, y la calle en los suburbios de Chicago no son para viejos. No country for old men, decían los hermanos Coen. Armas, drogas, amenazas, peleas, odio. Amen.
El día a día de muchos chavales americanos que ven en Chief Keef algo así como el caballero negro de su No Future. El día a día de muchos sellos musicales que vieron en él al caballero blanco de sus cuentas anuales. Pelearon con la chequera y al final se lo llevó Interscope Records, que le dio seis millones de dólares para tres álbumes. A un niño grande con sólo una canción, I don’t Like, que hoy supera los veinte millones de visionados en Youtube. Yo llevo 815 posts aquí y no he visto un céntimo. Este mundo está mal, di que sí.
Historial delictivo. Es propio de las novelas de James Ellroy. Ahí a Chief Keef no hay quien le haga sombra. De coincidir con él el día que solicité mis antecedentes penales, seguro que hoy la impresora de la funcionaria de turno seguiría escupiendo hojas y hojas con todas sus fechorías. Ha sido condenado por decenas de delitos y denuncias de todos los colores. Trafico de heroína, tenencia ilícita de armas, falsos disparos a policías, amenazas de muerte a otros raperos, sospechas de haber pasado al acto, no respeto de la libertad condicional, no respeto de contratos mercantiles, falta de personación en juicios, consumo de estupefacientes, excesos de velocidad, impago de alquileres, impago de la pensión alimenticia a la madre de su hijo. Y no sigo porque te veo bostezando, pon la mano por lo menos.
Vamos, Chief Keef es un cabrón que no entiende de leyes y que se pasa el sentido común por el forro de su cartera repleta de dólares. Pero hace el rap que piden los jóvenes y para la industria musical, es lo único que cuenta. Te dejo con su última producción, Sorry 4 The Weight -un guiño al Sorry 4 The Wait de Lil Wayne-. No es un álbum, lo llaman mixtape. Un mixtape se supone que es una cinta –hoy en soporte digital- en el que un artista hace un recopilatorio de temas ajenos que le gustan. Pero Chief Keef no hace nunca las cosas como se las conoce. Lo que se escucha después de su verborrea que no hay quien la entienda, son temas compuestos por él y el equipo de músicos y compositores a su servicio. ¿Le peor? Me encanta.