Natalia Imbruglia – White Lilies Islands

¿Por qué Natalie Imbruglia en este blog? Y yo qué sé. Bueno sí lo sé, resulta que había empezado a escribir la reseña de hoy –más de la mitad, ¡no es poco!- cuando de repente me entró la mosca detrás de la oreja e hice lo que debería de hacer siempre: comprobar antes si ya los había metido. Bingo. El Tomate idiota en toda su esplendor, ¿por qué no empiezo por esta sencilla tarea cada vez que me siento frente al Mac? 24 de septiembre de 2013, The Monkees, ahí estaban.

Así que en estos casos, no me queda más remedio que compensar el tiempo perdido eligiendo a un artista punching ball. Requiere menos tiempo meterse con uno que alabar su trayectoria. En ese sentido somos todos iguales. Mira con qué facilidad te sale cualquier insulto al volante y compáralo con lo que tardaste en decirle algo hermoso a tu amada(o). Ja, cómo te he pillado, cruza los dedos para que no lea el post.

Total, aquí estamos con Natalie Imbruglia, la cantante improbable. Lo digo más que nada porque no iba a ser lo suyo, no pretendía arrasar en medio mundo micrófono en mano, no sintió especial llamada como otras estrellas pop. Ella quería ser bailarina, pero su carita bonita de suave ángel de tez blanca y ojos azules la propulsó por el camino equivocado, por culpa de un director de casting avispado –casi un pleonasmo, di que sí-.

Natalie Imbruglia

Con dieciséis años se le contrató en su Sydney natal para incorporarse al reparto de la serie TV australiana más famosa de la época, Neighbours, la misma que pocos años antes había revelado a Kilye Minogue al gran público. Tres años duró la experiencia, “no muy enriquecedora” según dijo ella más tarde. Realmente depende de lo que entiendas por enriquecedora; por ejemplo con este blog aprendo un montón sobre las músicas del mundo –espero que tú también-, pero no me genera ni un céntimo. A veces no estaría en contra de escribir sobre artistas sin interés y cobrar algo. Voy a poner un botón Paypal, a ver si doy pena.

Con diecinueve años decidió re-orientar su carrera hacia la música. Le fichó la discográfica BMG y se encargó el mismísimo Phil Thornalley -productor de mi queridísimo gordinflón Robert Smith y The Cure-, de darle forma a esta aventura. Le ayudó a crear su propio estilo, que consistía en no tener ninguno, no proponer nada propio e imitar a otras estrellas. Lo quieras o no, la mitad de los superventas funcionan igual.

En 1997 sacó su primer álbum, Left of the Middle. Medio tsunami que cruzó todos los océanos para inundar nuestras ondas, especialmente el single Torn. Esta canción, que se instaló en un plis plas en el panteón de las baladas empalagosas, no era propia, se trataba de la enésima versión de un tema de una banda de rock alternativo de Los Angeles, Ednaswap. ¿Por qué le funcionó a ella, cuando tropecientos mil grupos habían intentado alcanzar el éxito con Torn antes de ella? Es un misterio. Vendió 6,5 millones de ejemplares del disco, no está mal con veinte años. A partir de ahí, empezó un largo descenso hacia la –casi- nada.

Quince años y tres álbumes de estudio más después, la guapa australiana ha vuelto a su país. Se casó y divorció, se metió en el mundo de la moda y salió disparada con una bonita marca de zapatos en el trasero, rodó con Rowan Atkinson una película que nadie recuerda, hizo de presentadora de X Factor pero sus aires de diva no convencieron, en fin, Natalie Imbruglia sólo tiene un punto a favor, no he tardado nada en escribir esta reseña.

Te dejo con cinco canciones de su segundo disco de 2001, White Lilies Islands. Hay una que se salva, la primera, That Day. Hasta me gusta. Hala, a currar.

 

 

 

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