Hace mucho que he fumado la pipa de la paz con un montón de grupos de mi juventud, que el buen gusto me prohibía escuchar. Era una época en la que los gustos musicales te definían en todas tus facetas. Como amigo – Elvis Dios los cría y ellos se juntan-, como ex –“Cómo una chica tan guapa como tú puede escuchar esta bazofia”-, como alumno –“No Fiouck, no vamos a estudiar Nevermind The Bollocks Here’s The Sex Pistols en clases de inglés”-, como retoño –“¡Pero hijo no pretenderás salir con estos zapatazos azul eléctricos!”. Era amar cierta música y detestar otra por igual.
Y anda que no había grupos chirriantes, sobre todo en la ola hippie pop rock progresivo: Cream, Jefferson Airplanes, Love, Yes, Supertramp, Dire Straits, America, Neil Young y un montón más. Buf, la vida no era un camino de rosas. Pero uno cambia, y hoy los puedo escuchar todos –sin pasarme- y no tengo problema en reconocer cuan grandes fueron algunos discos. Pero queda uno que no puedo con él. Ni ayer, ni hoy, ni mañana. Phil Collins, con o sin Genesis.
No puedo, me supera, no se salva ni una. Aún así, tiene una canción que, cada vez que suena por la radio como esta tarde por ejemplo, automáticamente me trae veinticinco años atrás, a un día concreto en el que me lucí especialmente, como en estas comedias americanas en las que lo sientes en el alma por el pobre protagonista. Hoy me río, pero aquel día lo pasé mal.
Requiere un repaso rápido a un tramo de la historia de las “nuevas tecnologías” para entenderla. En esa época -1988-, trabajaba en una empresa en París, editora de servicios para el Minitel. El minitel fue el verdadero antepasado de internet, una red nacional a la que te podías conectar desde un terminal ad’hoc para consultar información, reservar billetes, jugar o chatear. Todos estos servicios eran de pago y no precisamente baratos, pero en mi caso, al estar “al otro lado” de la pantalla, me salía gratis. Así es como podía chatear durante horas sin gastar un duro, y conocer a unas cuantas usuarias.
Un día –tendría unos veinticinco años- la empresa me regaló una semana de vacaciones todos gastos pagados; sólo tenía que elegir el destino, en cualquier punto del mapa. Pero dije Cannes, no porque fuera especialmente bonita esta ciudad de la Costa Azul, sino simplemente porque allí vivía una de estas “usuarias”. Ten en cuenta de que los chats eran sólo de texto, no había móviles para hacer selfies ni nada del estilo. Si una te decía “soy rubia y tengo los ojos azules”, te lo tenías que creer.
Total, le avisé que le iba a hacer una visitilla y se alegró mucho. Quedamos en que el primer día de mi estancia en su ciudad, ella vendría a recogerme al hotel. El día en cuestión, justo cuando me estaba duchando, con el Televisor escupiendo Phil Collins y su Another Day In Paradise por toda la habitación, llamaron a la puerta con un poco de antelación sobre la hora convenida. Salí echando leches de la ducha, me cubrí con un albornoz del hotel y abrí la puerta, encontrándome con una persona del room service, y con una sonrisa cómplice le solté textualmente: “Mire Señora, no es buen momento estoy esperando a una Srta”.
Buaaaaaah, ¿cómo podía imaginar que esta señora, que bien podía haber sido mi madre, no era personal del hotel, sino la “usuaria” rubia de ojos azules que venía ilusionada a pasarlo bien con el joven parisino de turno? Obviamente no le gustó nada mi falta de discernimiento. Hizo que se marchaba y yo tontamente le pedí que se quedara, balbuceando alguna excusa tonta. Accedió y terminó entrando delante mío –mientras yo me quería matar por insistir en que se quedara y mientras la canción no paraba de decirme Think Twice…-, y una vez dentro, supongo que para quitarle hierro al asunto, ella dijo: “Oh, me encanta Phil Collins”. No juzgué oportuno hundirla más. Y empecé a contar los minutos, que se me hizo eterno…
Por favor, dime que has cambiado de opinión respecto a los INMENSOS Love…
No son los que más escucho, pero en fin, ya no hay animadversión por lo menos:-)
¡Tenemos que ponerle remedio a eso como sea! Ya veo que tendré que escribir un post sobre alguna de las maravillas contenidas en «Forever Changes»… ;P
Para mí hay un álbum que me devolvió el interés que le había perdido: Going Back. Una maravilla de trabajo, en el que rinde homenaje al soul que le marcó en su adolescencia y como músico. De hecho, fue de las últimas veces que subió a los escenarios para dar un concierto, allá por 2010.
Dirás que se me ve el plumero…y acertarás.
Una de sus versiones fue la de Papas was a Rolling Stone 🙂
P.D: delante mío…nunca. Delante de mi, Don Juan. 😉
Ays, llevo veintidós años preguntando por la regla esa, del delante mío o delante de mi, y no hay forma, nunca me acuerdo:-)
En cuanto a Don Juan, llámame más bien Don Idiota:-)