Vuelve el gran circo Eurovisión. No tengo idea de las fechas, pero intuyo de que está el certamen a la vuelta de la esquina, dada la cantidad de artículos agrios sobre la elección española –aquí sin escuchar- y las noticias que nos llegan desde algún que otro país con ganas de liarla. Cada año se tiene que lucir un participante, por el motivo que sea, aunque por la calidad de la propuesta enviada nunca es.

El año pasado ganó la barbuda de turno. Ahora que lo recuerdo, creo que no llegué a escuchar la canción ganadora, me conformé con ver la ira con la que fue recibida la victoria de Conchita Wurst en la sociedad ultra conservadora rusa. Putín, al que tanto gusta presumir de tetitas y enseñar cómo se le ponen duros los pezones mientras pesca el lucio, monta a caballo –he dicho a caballo, no el caballo, pero tú mismo-, juega a la petanque o le da al punto de cruz, les dejó rienda suelta a sus ministros y secretarios de estado para que mostraran su rechazo contra semejante contubernio.

Este año está dando ya mucho de que hablar el candidato de Finlandia. Este país no existe durante 364 días al año, pero el día de Eurovisión, se despierta de su letargo y monta un fiestuki al son de las propuestas “musicales” más inverosímiles. Acuérdate, aquel engendro troglodita llamado Lordi, fue Finlandia. Supongo, y espero, que las autoridades finlandeses se querrán sacarse los ojos ante la elección de sus súbditos, pero estas son las reglas señores, si tu pueblo quiere auténtica bazofia vikinga, dásela.

Este año es un poco más complicado. El jurado popular del país se ha decantado por un grupo punk. Pero no un grupo punk al uso, es decir repleto de cretinos cual Sid Vicious después de su vigésima lata de cerveza, sino uno formado por músicos especiales: los cuatro integrantes sufren síndrome de Down o autismo.

A mi, porta estandarte de la Asociación de los Cincuentones Fan de los Sex Pistols –ACFSP, también soy tesorero, secretario, portero y único miembro-, me alegro de que un país se atreva a mandar una canción claramente punk. Pero que la interpreten cuatro músicos con estas deficiencias, qué quieres que te diga, me alegro. Punk’s not dead, aupa PKN.

PKN – Pertti Kurikan Nimipäivät, o lo que es lo mismo en español, la Onomástica de Pertti Kurikan, sea quién sea este último- se formó hace seis años y ya tienen unos cuantos discos en su haber. Lo repiten hasta la saciedad, la música punk es lo suyo y no piensan cambiar. También piden que se les quiera por su música, no por lastima, que no se sienten tan distintos.

La canción que interpretarán, Aina Mun Pitää –anda que no les gusta las ¨ a los finlandeses-, dura menos de dos minutos. Pero coño, es muy digna –aunque la voz, más que punk, a veces suena grindcore- y es como una corriente de aire fresco por el certamen. Siempre habrá gruñones que opinen que no deja de ser un truco de Finlandia para ganar. A estos les diré: mira a los demás candidatos, empezando por aquí, y sé sincero: ¿quién es el más “subnormal” de todos?