AC/DC. Wow, dirán muchos. Mff, dice el Tomate. Mirando para atrás, recuerdo como si fuera ayer cuánto me chirriaban los discos de estos australianos. Para mi era lo más parecido a un insulto a la buena música –léase Johnny Rotten y Joe Strummer-. Sin duda el grupo enemigo #1 –con Supertramp de telonero- para los que tratábamos de mantener el pelo corto de punta con cerveza y gomina, en lugar de largo y cayendo con grasa.
De verdad que se me escapaba algo, no me hacía a la idea de que uno podía rendirse a estas guitarras y voces histéricas. Era complicado entender la locura que desataban, ya que con los fans del grupo, no hablabas de música, so pena de poner en peligro la relación. Era una época en la que la música lo regulaba todo, especialmente las amistades. Un fan de AC/DC podía tener un montón de preocupaciones como cualquier chaval de su edad, pero cuando se ponía a hablar de música, perdía los papeles, se le cruzaban los cables y se volvía cretino.
Hoy, cerca de cuarenta años después, el panorama apenas ha cambiado. El fan de AC/DC sigue siendo un cretino –Hi Rob, how are you?-, y a mi me siguen dando repelús. Lo único que ha cambiado es que hoy puedo decirlo sin ruborizarme, hay una canción que sí siempre me ha llamado la atención: The Jack.
Además lo he de reconocer, la actitud de estos músicos –me sigue costando llamarles así- es para quitarse el sombrero –uno pequeñito, de plástico-. Primero porque desde el principio, a pesar de tocar una música para adolescentes imberbes y con acné, se crecieron con una actitud rock’n’roll de las buenas. Alcohol, drogas, sexo, provocaciones y ultrajes de todo tipo, aunque siempre con mucha humildad, esto me gusta.
Y segundo porque han logrado, por mérito propio, entrar en el panteón de los grandes grupos a los que no les importa sacar el dedo mayor a la nueva industria musical, léase las plataformas de streaming y de descargas legales. AC/DC no quiere estar ahí, pasan olímpicamente. Si pudiesen obligar a que sus discos sólo se publicasen en vinilo, lo harían.
Han ganado más de lo que se esperaban cuando se formaron, allá por 1973 en Sydney. Dinero claro, pero sobre todo el respeto, de todos. Dos cientos millones de discos vendidos, de los que 71 sólo en los US. Back in Black, el séptimo álbum de la banda, ha vendido más de 50 millones de ejemplares, con lo que se ha convertido en el segundo disco más vendido de la historia, después de Thriller.
Y luego está The Jack. Un pedazo de canción, más cerca del Blues que del Hard Rock, o simplemente del rock. Un tremendo tempo marcado tanto por la batería como por la guitarra. Y luego esta letra, con la que tuvieron más de un problema de censura. She’s got The Jack, o lo que es lo mismo, Ella tiene una gonorrea. En 1976, Bon Scott lo explicó así: “Vivíamos en una casa grande en la que siempre había tías. Claro, no tardamos nada en pillar una blenorragia todos. De ahí la idea de la canción. Cuando la tocamos por primera vez, apunté con el dedo a todas las chicas pegadas al escenario. En las siguientes actuaciones, ya no quedaba ninguna delante”. En otra entrevista, dio más detalle de la cosa: “Un día que ya había pillado la enfermedad, se me acercó una chica, que era tan fea que pensé que nunca podría pasársela a nadie más. Así que f… con ella, y a los pocos días ya se la había transmitido a Phil –Rudd, el batería-. Pocos días después ella le mandó la factura del doctor, 35$. En un concierto justo después, la hice subirse al escenario mientras cantábamos The Jack, y se lo dije: los 35$ te los debo yo”. Rock’n’Roll.
Te dejo con dos versiones Live de la canción, cada una de más de 10 minutos de duración. La primera grabación en público, en Australia, en 1976. Y una de las últimas, en 2009. Enorme. Sube el volumen, luego ya sabes, zumito y a misa.
for those about to rock(we salute you)
grandes de los grandes
Bueno bueno bueno, no será para tanto, ¿eh? 🙂
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