Fiouck’s Summer Series #23.
Curioso lo de Saint Germain. Siempre creí que eran franceses. Pero resulta que lo son. Quiero decir, por el nombre creía que eran franceses, pero por la música que tocaban, tan inglesa, no me podía creer que fuesen galos. Me parecía una inocentada. Los nudos que se hace uno ¿verdad? Que lleguen pronto las vacaciones, ya sólo faltan once meses y medio.
Verano 2000. Qué moderno sonaba todo. Además todo había ido bien, ningún ascensor se había caído en el mundo, víctima del temible efecto 2000. Eso sí, siempre había algún tontorroa para soltar la famosa -y sonora- estupidez “¡Guay! las primeras vacaciones del siglo XXI”, pero después de un par de soplamocos reeducativos y divulgativos, el mentecato se hacía sabio y se disculpaba con un más discreto “¡Chupi! las últimas vacaciones del siglo XX”. Vamos, la cantidad de gente que se fue a roncar a la playa menos idiota que el año anterior, que da gusto.
Por lo demás, no tengo muchos recuerdos de aquel verano, ni sabría decir a dónde me fui. Digo yo que me escaparía a algún lugar. Con Tourist en el lector de CD del coche, sin duda. Más que el disco entero, la canción Rose Rouge, que me ponía en bucle. Siete minutos de lo que la prensa anglosajona había bautizado en la segunda mitad de los 90’s como la french touch.
Pero yo ni papa. La década de los 90 me la perdí, musicalmente hablando. Tener a una niña hace que te tengas que resignar a meter a los Sex Pistols en una caja, con lágrima en el ojo, y enchufar discos de música y nanas para bebés. Además, a esta niña le encantaba destrozar mis cassettes audio, tirando felizmente de la cinta magnética, con el entusiasmo propio de esta edad. Por dios, casi me desmayo el día que veo, esparcidos por el suelo, más de veinte metros de cinta de Counterfeit, aquel magnífico álbum de Martin L Gore en solitario.
Total, apareció la french touch y yo sin enterarme pasados bastantes años. Air, Daft Punk, Saint Germain, Laurent Garnier, Dimitri from Paris, y muchos más que no me suenan, pero que aparecen perfectamente recogidos en la wiki sobre esta corriente músical. Saint Germain fue precursor. Este combo que maridaba como nadie la electro con el jazz, era fruto del talento creativo de Ludovic Navarre. Este francés, de joven, iba para deportista, pero un desafortunado accidente le apartó de la competición. Frustrado, se metió de lleno en una actividad aparentemente menos peligrosa –hasta cierto punto-, la música.
El nombre provenía tanto de su ciudad natal, a las afueras de París, como del famoso barrio intelectual de la capital gala. Clubs de jazz, cafés literarios, Sartre, de Beauvoir, Miles Davis, Greco, Godard, Truffaut. Algún que otro rostro famoso de actriz -gafas negras, pañuelo en el pelo-, pintores sin blanca, aspirantes a escritor. Todo un ambiente que Saint Germain trataba de plasmar con las sonoridades electro house propias del año 2000. Posiblemente el disco que hubiera sacado Boris Vian de nacer cincuenta años más tarde.
Rose Rouge, por si no ha quedado claro, me chifla. Enorme tema de electro jazz.
Saint Germain es sinónimo de buen gusto, elegancia y sofisticación.
Jejeje… Te puedo dejar el coche, pero sepas que el lunes, pal taller de nuevo.