Me acabo de dar cuenta de que los periodistas del libro “1.001 Discos que hay que escuchar antes de morir” son unos jugadores de poca monta. Mil y un discos seguro, pero… ¿cuántos artistas? No habrá más de 500. Menuda trampa, serán italianos. En fin, sigo con mi nueva táctica, lo abro al azar, y a darle.
Pumpa, mala suerte, George Michael. Como mañana tropiece con otro de estos, tiro el libro por la ventana. Odiaba Wham, como para darle una oportunidad a su ex líder. Menos mal, el personaje es interesante, con una vida detrás de las cortinas inversamente proporcional a sus éxitos como cantante pop. Yo que él me conformaba con publicar discos y hacer caja, porque por lo demás, es un gafe.
Como por ejemplo cuando emprendió una de las mayores acciones en justicia contra una discográfica. En 1993, Georgios Kyriákos Panagiótou estaba hartito por cómo Sony le exprimía y se lo hizo saber, pero el sello se limitó a sacar el contrato cada vez que el griego se ponía a vociferar, recordándole sus obligaciones legales. Exasperado, George Michael denunció a la multinacional en los tribunales y después de una larga batalla judicial, perdió. Pocos años después, reintegró la casa discográfica con el rabo entre las piernas.
O como cuando, después de pasar por una mala racha, decidió sacar un single, Freeek!, en 2002, en el que atacaba la pornografía de frente. ¿Una maniobra para lavar su imagen un tanto manchada? Porque cuatro años antes, le habían arrestado por enseñar sus partes nobles –Strapatsada, huevos revueltos con tomate y queso feta- en unos baños públicos, y esto mancha, claro.
O como cuando, después de encontrar en Bush y Blair unas nuevas cabezas de turco para recuperar el prestigio perdido –no seré yo quien se ofenda-, vio cómo los cientos de medios de Rupert Murdoch se le cerraban sus puertas.
O como cuando, en 2006, la policía volvió a detenerle por encontrarle inconsciente al volante de su coche en Londres, por excesivo consumo de todo tipo de harinas; coche que por cierto bloqueaba una intersección entera en el norte de Londres.
O como cuando, en 2004, anunció a bomba y platillo que Patience sería su último álbum comercial y que nada le haría más feliz a partir de ahora si los usuarios pudiesen bajar gratis sus canciones a cambio de una pequeña donación a una ONG de su elección. Diez años después publicó Symphonica, su sexto disco de estudio.
Podría empezar un montón de párrafos más con O como cuando, pero te vas a aburrir. George Michael es un ídolo febril. Más de cien millones de discos vendidos en treinta años de carrera no dan la felicidad, sobre todo cuando tienes que reponerte de la muerte de tu novio y de la de tu madre en un corto periodo de tiempo.
Así que aquí me tienes con Faith, su primer disco en solitario, publicado en 1987. No sólo no me emociona la música de este señor, sino que me fastidia sobremanera el nombre del engendro. Para el Tomate cretino, Faith es ante todo el tercer álbum del gordinflón de Robert Smith y The Cure. Crimen de lesa-majestad en toda regla. Sólo se salva I Want Your Sex, por la música que recuerda al Prince de más o menos la misma época. En el vídeo se le ve rodeado de bellas criaturas, cuando todo el mundo sabe que a él le van más bien los efebos negros fibrosos con queso feta en el palito de regaliz. Uch, la que has dicho Fiouck.
Pues supongo que no queda muy bien decirlo, pero yo soy muy fan tanto de este disco, como de «Listen Without Prejudice». Así que voy a hacer del abogado del diablo, ya que veo te vas a despachar a este señor ciertamente antipático con esas cuatro líneas furibundas, y a decir que «One More Try» me parece una cancionaca. Hale, ya lo he dicho.
Y al loro con el librito este de los mil discos, que cualquier día veo que te sale Bananarama y te tienen que ingresar en la UVI…
Si llego a poner Bananarama, dejo que me peguéis 🙂
¡Ah, entonces tendré que hacerlo yo!
argh…
you are a popy swissman:-)
Tomate, for the love of god, intenta abrirlo desde la izquierda hasta un poco antes del centro, que luego pasa lo que pasa, jeje.
Me parto!
Esto sería hacer trampa, y no se me conocen genes italianos 🙂 Bueno, preguntaré a mi madre, que me haces dudar…
Hay cosas aún peores… ¡y a doble página!
